¿Está bien odiar a un chico muerto?
¿Incluso si alguna vez lo amé?
¿Aun si fue mi mejor amigo?
¿Está bien odiarlo solo por estar muerto?
A lo largo de toda su juventud, Vera ha
luchado por conservar su invisibilidad frente al mundo. Quiere pasar
desapercibida y mantener bien guardados los secretos que orbitan su existencia,
vuela por donde el radar no detecte su presencia.
Charlie, el chico al que amó con todo su
corazón, ha muerto en circunstancias muy sospechosas. Fue su mejor amigo desde
la infancia, alguien en el cual siempre confió y quien terminaría arruinándolo
todo.
Pero Charlie ha vuelto desde el más allá
para pedirle a Vera que limpie su nombre y dé a conocer toda la verdad, porque
“acá, en el otro lado, la verdad siempre triunfa”. De paso, desea decirle a
Vera cuánto la ama y cuánto lamenta todo lo que ha ocurrido.
Sin embargo, las heridas aún duelen. Lo que
Charlie pide se perfila imposible: Vera aún no se siente capaz de enfrentar su
pérdida, ni los dolorosos secretos que ha intentado ignorar por tanto tiempo.
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