Primer capítulo
Hay un intruso acá…
Zarya Starska se congeló en su living al sentir un
cambio sutil en el aire a su alrededor. La mayor parte de la gente lo
ignoraría, pero después de haber pasado toda su vida alerta a quienes tenían
intención de atacarla o matarla, así que instintivamente sabía cuando alguien
invadía su casa sin previa invitación.
Lanzando con fuerza su mano hacia
abajo, sintió el cuchillo que tenía escondido en una vaina dentro de su manga
deslizarse en su palma. Quien sea que estuviera en su casa estaba a punto de
aprender una lección de buenos modales muy importante.
Vení por mí si sos macho.
Preparada para destrozar al intruso, ella inclinó su
cabeza y escuchó cuidadosamente.
Era apenas un movimiento de tela. Pero era suficiente
para localizar a su intruso. Con sus habilidades filosas después de miles de
batallas, se tiró hacia la sombra en la esquina.
Al momento en que lo hizo él la esquivó y la
desarmó tan rápido que la dejó sin aliento. El cuchillo cayó al piso con un
sonido abrumador. El intruso la acercó a su pecho y la sostuvo contra su cuerpo
que estaba tonificado y era tan duro como una roca.
Un cuerpo que conocía tan bien como el propio.
“Sh, Zarya,” le susurró en su oído. “No quise
asustarte.”
Ella suspiró al reconocer la voz distorsionada que
evitaba que alguien pudiera identificarlo.
Pero eso no importaba. A ella no le importaba cómo se
veía. Solamente le importaba su corazón. Y esa era la parte de él que ella más
deseaba.
Sonriendo ella levantó su mano y la sostuvo a un
costado de su casco. “¿Kere, qué estás haciendo acá? Pensé que no iba a poder
verte por al menos dos semanas.”
“Tenía que verte antes de irme.”
Ella sentía lo mismo por él. Cada minuto que estaban
separados era pura agonía. Y hablando de eso, él ya se había ido de la
habitación.
Zarya buscó entre las sombras por algún rastro de su
fantasma elusivo. “Te juro que voy a atarte una campana al cuello.” No había
ninguna clase de sonido que traicionara sus movimientos o su localización en su
casa. Nunca había conocido a alguien tan sigiloso. Ni siquiera un asesino.
Las luces se apagaron, bañando la habitación en
completa oscuridad. Ella no sabía cómo lo hacía, pero podía hackear cualquier
sistema o computadora. Lamentablemente, su propia seguridad, aunque tuviera
mucha tecnología, no era ningún desafío para él. Pero ella se reconfortaba
sabiendo que él había podido penetrar sistemas mcuchos mas complejos que el de
ella con menos esfuerzo.
Aun así…
Su misteriosa sombra era impresionante.
Sin poder ver nada de nada, Zarya sonrió ante su usual
precaución para mantener su anonimidad. Esta vez, ella lo escuchó tirar su
casco en el sueño, junto a la llave de luz que estaba en la pared. “Sabés, mi
hermana piensa que estoy loca.”
“Las hermanas generalmente piensan eso.” Ay,si, ahí
estaba el sonido que ella deseaba sobre todos los otros…esa profunda y rica voz
de barítono, su verdadera voz, que nunca fallaba en traer una sonrisa a sus
labios.
Él estaba detrás de ella ahora. ¿Cómo había llegado
ahí tan rápidamente?
Kere la dio vuelta y capturó sus labios con los
propios. Zarya gimió por la forma en la que la besaba. Como si quisiera tomar
posesión completa de todo su ser y ella estaba más que dispuesta a dársela.
Nadie jamás la había besado de la forma en la que él lo hacía.
Como si se muriera si no la tocara.
El mordisqueó sus labios, luego se alejó. “Estabas
contándome sobre Sorche.”
A ella le tomó un minuto razonarlo después de un beso
tan lujurioso. Su cuerpo entero estaba en llamas y no podía pensar en otra cosa
que no fuera lamer cada centímetro de su cuerpo.
“Qué…eh…ah, si. Ella piensa que estoy loca por tener
una relación con un hombre del cuál ni siquiera sé qué color de pelo tiene.”
Él enterró sus labios en la base de su garganta, donde
su aliento quemaba su piel. “¿Y entonces qué le dijiste?”
Ella tomó su rostro en sus manos y deslizó sus dedos a
lo largo de su lacio cabello que llegaba hasta sus hombros. Siempre lo había
imaginado de color negro, pero para ser honestos, ella no tenía forma de
saberlo porque nunca había visto ninguna parte de su cuerpo a la luz. Solamente
parecía como si el cabello fuera oscuro por alguna razón.
Haría juego con sus tremendas habilidades para la batalla
y sus tácticas casi suicidas. “Cuando viste el alma de una persona, no
necesitás ver el color de su cabello.”
Él se restregó en su piel, causándole escalofríos por
todos lados, antes de alejarse. “Conociste más de mí que solo mi alma.”
Eso era verdad. Si bien no tenía idea de qué raza era
o qué apariencia física tenía, ella había lamido cada parte de su cuerpo lo
suficiente como para saber que al menos era de forma humanoide, que era
musculoso y que tenía un sabor delicioso…
Él abrió el frente de su traje de batalla y lo deslizó
lentamente por el cuerpo de ella, haciendo una pausa solamente para mordisquear
su cadera, una acción que la volvió loca de lujuria.
Arrodillándose frente a ella, la ayudó a sacarse la
ropa y las armas. Ella podía sentir su aliento cálido contra su muslo. Algo que
la hizo mojarse mientras su corazón latía cada vez más fuerte ante el prospecto
de lo que pronto le estaría haciendo.
De pronto, su mano acarició el centro de su cuerpo,
causando que se estremeciera terriblemente mientras le sacaba la ropa interior.
Luego se elevó, lentamente, pasando su mano por la
parte de atrás de su pierna antes de acariciar el lugar donde se juntaban sus
piernas. “¿Ya comiste?” él la tomó entre sus piernas.
“Yo…yo…eh…” ella se olvidó la pregunta mientras el la
tocaba con un ritmo tan perfecto que la dejó débil y temblando.
Él hizo una pausa en su juego para susurrar en su
oído. “Comida, Zarya. ¿Ya comiste?”
Ella sonrió. Él siempre se preocupaba por ella. “De
camino a casa. Hice una parade en el restaurant de Ture.”
Kere volvió a su dulce tortura, su ritmo aún más
rápido, mientras la acariciaba con su pulgar y enterraba dos dedos
profundamente en su cuerpo. “Bien.”
Y antes de que pudiera entender esa sola palabra, ella
lloriqueó mientras acababa por él.
Kere la atrapó contra su pecho mientras continuaba
causándole aun más placer, hasta que la dejó temblando tanto que podría haberse
caído si él no la estuviese sosteniendo. Ella nunca había entendido cómo podía
hacerla acabar tan rápido. Era como si supiera exactamente dónde y cómo tocarla
y dejarla en las nubes.
Él la levantó en sus brazos y la llevó hasta su
habitación para poder acostarla en su cama.
Ella se rio mientras él se alejaba para sacarse la
ropa. “¿La cama? Es algo poco habitual en vos.”
“Te dije que podía comportarme como una persona
civilizada.”
Solo la cadencia en su discurso era refinada, y eso
solo a veces. Pero el resto… siempre era salvaje. Terrorífico.
Letal.
Y ella lo amaba así como era. Estar con él era
como estar con un animal salvaje el cual sabías que podía hacerte pedazos si
quisiera, y aun así, ronroneaba con tu toque. Saber eso hacía que estar con él
fuera algo deseable.
Que fuera algo sensual.
Ella trató de encontrarlo en la oscuridad, pero no
había rastros de él. Sin embargo, ella sabía que él podía verla.
Él nunca había tenido problemas para ver en los
lugares más oscuros. Ella le había preguntado una ves si era Ritadarion o
Trisani – dos razas conocidas por sus habilidades para ver en la oscuridad, sin
ningún tipo de luz. Pero él se había negado a responderle.
Pero bueno, él no le diría a nadie nada sobre él que
pudiera usarse para identificarlo. Siendo una forajida, al igual que él, era
una precaución que ella podía entender muy bien.
La vida de él no era la única que estaba en juego Si
alguna vez fueran identificados, todos los miembros de su familia y todos sus
aliados de Sentella y amigos también serían ejecutados.
Y ella nunca haría nada que fuera una amenaza o un
daño para él. Él significaba mucho para ella.
Queriendo complacerlo tanto como él lo había hecho con
ella, ella abrió sus piernas y dobló sus rodillas invitándolo silenciosamente.
“Sabés, solamente estaba provocándote cuando te mandé ese mensaje de texto.”
“¿Entonces querés que me vaya?” él le preguntó en esa
hermosa voz de barítono que tenía y que le provocaba escalofríos. Por los
Dioses, cómo podía ser que viviera para escuchar el sonido de su verdadera voz…
Más que nada, ella amaba escucharlo reir. Era el
sonido más contagioso que parecía venir de algún lugar muy dentro de él.
“No,” dijo ella rápidamente. “Pero no tenías que venir
esta noche. No quería que pareciera que soy muy pegote. Solamente quería que lo
supieras.”
Era verdad. Solamente se veían entre dos y tres veces
al mes, si tenían suerte. El resto del tiempo, estaban relegados a mandarse
mensajes de texto o a través de invocaciones… al menos ella lo hacía de forma
que él pudiera verla mientras hablaban. Él, por otro lado, solo era una voz
profunda y sexy pero sin rostro. Sin embargo, ella atesoraba cada vez que podía
contactarse con él.
Aun cuando fuera a distancia.
Tocándose, se abrió todavía mas para que él pudiera
tener todo el acceso que quisiera a su cuerpo.
Él inspiró de golpe. “Mujer, sabés lo que me causa
cuando hacés eso.” La cama se hundió bajo su peso mientras gateó entre sus
piernas. “¿Qué tenemos acá?”
Ella siseó cuando él la tomó en su boca para poder
lamerla hasta que se olvidara de todo. Mordiéndose el labio, ella enterró su
mano en su cabello y levantó sus caderas para él.
Nunca en su vida había sido tan abierta o confiada con
alguien, y había hecho cosas con él que nunca se habría creído capaz de hacer.
Cosas que deberían haberla avergonzado hasta el alma, pero ella había aprendido
a confiar el él implícitamente. Y no solo en el sexo. Ella tenía una fe en él
que no podía explicar. Por primera vez, ella había entendido lo que significaba
compartirse con alguien. Necesitar un hombre a su lado.
Desde que tenía memoria, siempre había escondido una
parte de ella de otras personas. Ella había sido solo una niña cuando su padre
fue etiquetado como un traidor y su madre y hermana habían sido asesinadas
brutalmente. En ese solo instante, ella había sido forzada a crecer y había
aprendido a no confiar en nadie. Nunca. No con su seguridad. Y
definitivamente no con su corazón.
Pero desde el momento en que había conocido a Kere,
todo había cambiado.
A diferencia de los otros hombres en su vida, él nunca
la había lastimado ni traicionado. Nunca la había abandonado en un momento
crítico. Si ella necesitaba algo, ahí estaba él, sin falta, sin quejarse, sin dudar.
Sin importar la hora, día y noche.
Aunque no fuera nada más que aparecer en su casa
después de un mensaje de texto que decía que se le rompería el corazón si tenía
que esperar dos semanas más para verlo.
A pesar del hecho de que era uno de los forajidos más
buscados en los Sistemas Unidos, él era el amante más atento que había
conocido. Parecía obtener tanto placer de verla acabar como de llegar al clímax
el mismo.
Y ella no podía soportar el hecho de vivir una vida
donde él no fuera una gran parte de la misma. “¿Kere?”
“¿mmm?”
Ella carraspeó cuando él la penetró profundamente con
su lengua, causándole escalofríos. Era difícil pensar cuando él la tocaba, pero
de esto ella no podía olvidarse. “Escuché que la Liga estaba redoblando
sus esfuerzos para ir detrás de los miembros de Sentella, especialmente los
Altos Mandos.” –Kere era uno de los cinco líderes – “Y que el Gran Consejo
Caronese había triplicado su oferta por tu captura en particular, y
cuadruplicado una por tu muerte. Él está completamente determinado a terminar
con nuestra resistencia y asesinar a todos los que están en los rangos más
altos. ¿Estás siendo más cuidadoso que nunca, verdad?”
“Siempre.”
Bien, porque ella sabía que no podría vivir sin él. El
solo pensar en que resultara lastimado…ella se ahogó en lágrimas.
“Ey,” el susurró, subiendo por su cuerpo para
acariciar su mejilla. “Shh…que no haya lágrimas, Zarya.” Él pasó sus labios por
su mejilla para limpiar la lágrima que había caído. “No van a agarrarme. Te lo
juro. No le tengo miedo ni al consejo ni a nadie.”
“Lo sé. Estoy siendo tonta. Perdoname.” Lo último que
quería era desperdiciar o echar a perder el poco tiempo que tenía con él.
“Nunca me pidas perdón por amarme.”
Ella asintió mientras luchaba para frenar sus
lágrimas. Pero era tan difícil. Parecía como que todas las personas a las que
había amado habían sido arrancadas de su vida violentamente.
Y frente a ella, la mayoría. “Enterré a mucha gente
que quiero, como para perderte a vos también.” Ella había llevado su ropa
manchada en su sangre y había visto cómo su vida se drenaba de sus cuerpos…
Su propio hermano había muerto en sus brazos…
“No vas a enterrarme, Z.”
Si, porque sus enemigos, los cuales eran demasiados
como para contarlos, quienes probablemente lo volarían en tantos pedazos que no
quedaría lo suficiente de él como para una ceremonia.
A veces, ella deseaba haberse podido enamorar de un
hombre de negocios o un cocinero o alguien que no viviera en su mundo violento.
Pero el destino no había sido tan amable con ella.
Ella amaba a uno de los tres hombres más buscados en
todo el Universo. Los otros dos eran sus amigos más cercanos. Si caía uno de
ellos, muy probablemente caerían los tres. No pienses en eso. Pero era
tan difícil cuando todo lo que podía ver era a Kere yaciendo muerto en el piso.
“La liga también subió el precio por tu cabeza.”
“Está bien, Z. Lo supe al minuto que lo hicieron.
Tampoco van a llegar a mí. Te lo prometo.”
Eso era lo que su padre le había dicho, una y otra
vez. ¿Y dónde estaba él ahora? En su tumba. Brutalmente asesinado por su propio
mejor amigo.
Kere rodó sobre su espalda y la puso sobre él. Ella
saboreó la sensación de su duro cuerpo debajo del de ella mientras provocaba a
sus labios con los propios. Él era una sólida pared de músculo con cicatrices.
Las cuáles le recordaban que sin importar lo fuerte que pareciera, no era
invulnerable o invencible.
Aterrorizada ante la idea de perderlo, Zarya inhaló su
esencia cálida y masculina. Él siempre olía delicioso y lograba calmar sus
miedos y terror.
Ella pasó sus dedos por su mandíbula sin afeitar.
“Necesitás una afeitada.”
“Pensé que te gustaba cuando me dejaba crecer la
barba.”
Eso era porque le hacía cosas con esa barba que
siempre la prendían fuego. Su sonrisa murió al tocar su espalda y encontrar…
¿Eso era un vendaje?
“¿Estás herido?” Poniéndolo de costado, ella recorríó
el grueso material con su mano y encontró que estaba mojado con sangre fresca.
El olor y el tacto de la misma era inconfundible e innegable.
“No es serio. Solamente una herida superficial.”
¿Lo decía en serio? Era un vendaje enorme para una
simple herida superficial. “¿Un tiro?”
“Un cuchillazo.”
“¡Ay por Dios!” Ella se alejó de sus caderas y lo
forzó a darse vuela para suavemente trazar su herida con sus dedos. “Desearía
poder verla.”
“No hay otra cosa más que suturas.”
Ella lo tocó muy suavemente para no lastimarlo, pero
le molestaba que no tenía una idea real de qué tan grande o tan profunda era.
“¿Fue un asesino?”
“Sí.”
“¿Dónde?”
“En mi espalda, obviamente.”
Ella revoleó sus ojos ante su sarcasmo. Él podía ser
tan imposible a veces. “No, despistado. ¿Dónde te hirieron?”
“Saliendo de un restaurante. La multitud era espesa y
no debería haberme distraído. Fue una estupidez y no va a volver a pasar.”
Pero ya había pasado. Unos centímetros más y podría
haberle perforado un pulmón y lo habría matado. El solo pensarlo la hacía
marearse y temblar. “¿Y dónde está ese asesino ahora?”
“Más probablemente las puertas del infierno, aunque
hay una pequeña chance de que esté en el paraíso.”
Ella señaló su vendaje. “No sos gracioso.”
“Zarya, está todo bien.” Él rodó sobre su espalda y la
llevó a sus brazos. “Esa es la razón por la que quería verte. Por qué estoy acá
esta noche con vos cuando se supone que esté a mitad de camino a través del
universo. Me hizo replantearme algunas cosas.”
Pero ella no estaba lista para escucharlo todavía.
“¿Dónde estaban el resto de los miembros de Sentella cuando te atacaron?”
“Ni idea. No vivimos juntos. Y no son exactamente mis
guardianes.”
“Deberían serlo…¿te estás riendo de mí?” Ella tenía la
sensación de que lo estaba haciendo.
“No, amor. Jamás. Simplemente me entretiene tu
indignación. A ninguna mujer, jamás, le importó tres carajos si estaba
lastimado.” Esta vez, ella escuchó la profunda emoción en su voz mientras él le
quitaba el cabello de su cara, para darle un beso tierno en su mejilla.
Ella saboreaba tanto su toque.
Su peor temor era tener que vivir en un mundo donde no
pudiera volver a sentirlo. “No te mueras, Kere. Por favor.”
“No tengo la intención de hacerlo. A decir verdad…” su
voz se perdió en un pensamiento.
Ella no tenía idea de qué intención tenía hasta que le
deslizó algo frío en su dedo. Su corazón se detuvo cuando ella lo cubrió con su
otra mano y sintió su forma. No, no podía ser.
¿O sí?
Sin importar cómo intentara racionalizarlo, no había
forma de confundir la enorme piedra que estaba engarzada en el medio de dos más
pequeñas.
“Esto es…”
“Quiero que te cases conmigo Zarya,” le dijo,
interrumpiéndola. “Te necesito en mi vida. Todos los días. A mi lado. Sé que
suena raro, pero cuando estoy con vos, soy el hombre que siempre quise ser. El
que siento que nací para ser. Cuando no estoy con vos, es como si estuviera
perdido, como si fuera otra persona…y no me gusta. Nunca me gustó. Pero desde que
te conocí, aprendí a detestar esa parte de mí con todas mis fuerzas. Y no puedo
seguir viviendo una mentira que me forzaron a vivir.”
“¿Qué mentira?”
Él se quedó en silencio por varios segundos antes de
contestar. “Mi vida entera es una mentira. De principio a fin. Tengo que tener
tanto cuidado con todo lo que digo y todo lo que hago. No puedo bajar la
guardia ni por un segundo, y no me atrevo a dejar que nadie vea mi verdadero
yo. Jamás…excepto por vos. Sos mi única verdad. La única que conocés lo que
realmente soy y pienso. No puedo soportar estar sin vos ni un minuto más. No
puedo. Por favor, decime que sí.”
Su corazón se elevó hasta que recordó un pequeño
detalle. Él se rehusaba a dejarla ver su cara o su cuerpo.
Jamás.
“Voy a verme muy rara con los ojos vendados en mi
propio casamiento.”
Él se rio. “No vas a estar con los ojos vendados.”
“Vos te vas a ver raro, ahí parado con tu traje de
batalla completo.”
Kere la besó en los labios y esta vez, ella sintió su
sonrisa. “No voy a estar en traje de batalla.”
Se quedó sin aliento frente a lo que él estaba
implicando… ¿sería posible? “¿Finalmente me vas a dejar verte?” Ella se
estiró para prender la luz de su lámpara. “Todavía no. Tengo algunas cosas que
poner en orden primero. Pero te lo prometo. La próxima vez que nos veamos, vas
a verme por quién y qué soy. Completamente.”
“Sé quién y qué sos.”
El agarre en su mano se intensificó ligeramente. “No,
solamente viste mi alma, nunca mi rostro, y necesito que me prometas algo antes
de que eso pase.”
“Cualquier cosa.”
Él volvió a dudar como si tuviera miedo, algo que la
dejaba dudando. Ella lo había visto estar mano a mano contra los peores
asesinos que la Liga y el Gobierno Caronese habían enviado tras él.
Nunca se había encogido ni dudado.
Pero esta noche, algo le estaba molestando en una
forma en que sus enemigos jamás lo habían hecho. “Cuando me veas, no quiero que
me juzgues por mi apariencia.”
¿Cómo podía tener miedo de algo tan increíblemente
trivial? “Ya te dije que solamente juzgo a la gente por sus corazones.” Y él
tenía el corazón más hermoso que jamás hubiera conocido.
“Pero no soy como cualquiera, Zarya.”
“Lo sé. Sos el hombre que amo.”
Él tomó su rostro en las palmas de sus manos…. manos
duras y callosas, evidencia, junto con las cicatrices alrededor de su cuerpo de
lo dura que había sido su vida. Su Kere era diferente a cualquier rico
aristócrata y malcriado que vivía del trabajo de la gente como ella y su
familia, y todos aquellos que trataba de proteger de los denominados Crueles
que los perseguían.
Y aunque él nunca hablaba de su vida fuera del rol en
su amada resistencia y los Sentella, ella sentía el mapa de tragedias en todo
su cuerpo. Su pasado había sido uno lleno de brutalidad silenciosa y peleas.
Todo lo que ella quería era calmar y confortarlo de la misma forma en que él lo
hacía con ella.
“No quiero que nunca olvides eso, Z. ¿Me lo prometés?”
“Por supuesto.” Ella puso su mano en su mejilla
lastimada. Ella sabía que él era extremadamente tímido sobre la cicatriz que
cruzaba el lado izquierdo de su rostro, y de las que tenía en el resto de su
cuerpo. Cuando habían comenzado a dormir juntos, él había mantenido su cabello
sobre su rostro y se había alejado de su toque cada vez que ella se acercaba a
esa cicatriz en particular.
Entonces una noche, cuando él había estado tan
exhausto que se había dormido sobre ella, ella había retirado su cabello
de su rostro y había encontrado lo que a él le molestaba tanto. Esa cicatriz
era tan profunda, que ella podía sentir dónde la herida había dejado una
profunda marca en el hueso debajo de ella. Tan profunda que ella se preguntaba
si él no estaba ciego del ojo izquierdo por lo que sea que había causado esa
herida.
No, no podía ser. Su puntería era demasiado perfecta
en batalla. Si solo tuviera vista en un ojo, la percepción de profundidad sería
errónea y tendría una terrible desventaja. Aun así, no se podía negar la
salvaje ferocidad de la herida que había causado una cicatriz como esa.
Con su corazón doliéndose por el dolor que le debía
haber causado, ella había presionado sus labios contra la cicatriz que siempre
le había ocultado. Ese beso lo había despertado al instante.
Él le había dado vuelta el rostro y se había alejado
de ella. “No lo hagas. Soy espantoso.”
“No sos espantoso.” Ella había sentido su dolor en la
oscuridad y había roto su corazón. “Todos tenemos cicatrices, Kere. Dentro y
fuera. Heridas tan profundas, que dejan una marca permanente en nosotros. Pero
eso no las hace feas o asquerosas. Fueron duras lecciones aprendidas y para
bien o para mal, nos cambiaron. Sin importar cuánto trates de ocultarlas,
siempre van a estar ahí. Y yo pienso que las tuyas son hermosas porque son las
que te hicieron el hombre que amo. “
Después de eso, él le había dado acceso completo a su
cuerpo. Pero solamente bajo la protección de la oscuridad absoluta.
Todavía no le dejaba ver ninguna parte de su cuerpo a
la luz.
¿Sería posible que él, que se mantenía firme y
sin temor ante los enemigos más terroríficos, tuviera miedo de que ella lo
rechazara por su apariencia.
¿Sería posible?
“Tus rasgos no me interesan, Kere. Te amaría aun si
tuvieras tres cabezas y una nariz partida.”
“Lo decís porque no sabés quién y qué soy en
realidad.”
“Y vuelvo a repetirte que no me importa. Siempre voy a
estar a tu lado. ¿Cómo podés dudar de mí?”
Él se rio amargamente. “Casi todos los que amaste
alguna vez murieron. Casi todos los que amé, me hirieron. Ninguno falló en
tirarme a los lobos para protegerse a ellos mismos. Cuando hubo que elegir
entre yo o ellos, yo pagaba por eso. Una vez que te muestre mi rostro, Z, no
hay vuelta atrás. Vas a tener el poder de destruirme por completo y a todos los
que amo. Todas nuestras vidas van a estar en tus manos.”
Ella se quedó mirando a lo que esperaba que fueran sus
ojos para que él pudiera ver su corazón. “Nunca te lastimaría.”
“Sos la única a la que le confié tanto de mis
verdaderos pensamientos y creencias. Me conocés mejor que cualquier criatura
viva.”
“Y yo siempre voy a ser tuya. Podés confiar en mí,
Kere. Te juro que nunca voy a traicionarte.”
“Te creo,” él le susurró en el oído antes de volver a
capturar sus labios. Luego se deslizó profundamente en ella.
Zarya gruñó ante lo bien que él se sentía. Ella lo
acunó con su cuerpo mientras él se enterraba en ella lenta y simplemente contra
sus caderas. “Te amo Kere,” ella susurró.
“Yo también te amo, siempre lo voy a hacer.”
Ella sonrió mientras intensificaba su agarre. Era la
primera vez que él se lo había dicho. En el pasado, él siempre se había quedado
callado o había dicho que estaba contento de que ella lo amara.
Pero esta noche…
No había más dudas, de ninguna clase, de que ella
significaba para él más que una mina fácil con quien acostarse cuando estaba
caliente. Por primera vez en su relación de dos años, él finalmente había
confirmado que la amaba y que tenía la intención de quedarse.
Recorriendo su espalda llena de cicatrices con sus
manos, ella se maravilló en la forma en que sus músculos jugaban contra sus
palmas mientras él le daba placer. Si ella pudiera, se quedaría ahí, de esta
forma, para siempre.
Ella levantó sus caderas, haciendo que la penetrara
más profundamente hasta que el éxtasis se expandió en su cuerpo. “Decime otra
vez que me amás,” ella susurró.
“Te amo Zarya. Y eso es algo que nunca le dije
a otra mujer.”
Antes que nada, nunca decía algo que no sintiera.
Con su corazón cantando, ella tiró su cabeza hacia
atrás y gritó al volver a acabar. Aun así el mantuvo ese ritmo profundo hasta
que ella estuvo completamente satisfecha y le rogó por clemencia. Solamente ahí
él la acompañó en ese momento perfecto de placer intenso. Ella lo sostuvo
cerca, contra su cuerpo entero mientras él convulsionaba en sus brazos. A
diferencia de ella, él siempre era callado cuando hacían el amor. De repente
podía quedarse sin aliento de vez en cuando, cuando ella hacía algo que él no
esperaba, pero a pesar de todo, él rara vez emitía algún sonido.
Era otra de sus particularidades. Una que le hacía
preguntarse si él, como muchos asesinos que conocía, se mantenía atento ante la
expectativa de una emboscada.
¿Incluso ahora tendría miedo de que lo acuchillara en
la oscuridad?
Espero que me conozcas mejor que eso.
Con su respiración alterada, él descendió para
cubrirla y mordisquearle el cuello y la oreja. “¿A qué hora tenés que
levantarte en la mañana?”
“A las nueve. ¿Por?”
Él refregó su barba contra su pecho, causándole
cosquillas de una forma que debería ser ilegal. “Bien. Entonces tengo mucho
tiempo para jugar con vos y también para que puedas descansar.”
Ella sonrió ante sus palabras y ante el hecho de
que por su lujuria ella sabía que no la engañaba con otras mujeres. Cada vez
que estaban juntos, él era una planta nuclear de testosterona, como si la
guardara esperando la chance de estar solo con ella.
Y conforme fue pasando la noche, él cumplió con su
promesa.
Horas después, Zarya trató de quedarse despierta,
sabiendo que para cuando ella se despertara él ya se habría ido. Pero
demasiado pronto su cansancio la superó y se quedó dormida sobre los músculos
de su abdomen bien formado.
# # #
Escuchó un sonido fuerte, que rudamente la sacó de sus
sueños felices. Gruñendo, Zarya rodó y le pegó un manotazo a su alarma. Uh,
cómo odiaba esa cosa.
“¡Aw!”ella refunfuñó cuando sintió que tenía algo
enredado en el pelo y se sacó varios cabellos. Ella abrió sus ojos para ver la
enorme piedra griata en su anillo de compromiso.
Bendito sea Dios.
La cosa esa valía una fortuna.
Ella sabía que Kere tenía toda la guita. Como uno de
los cinco líderes de Sentella, nadaba en guita, por eliminar blancos militares.
Pero esto…
Guau. Cuando se reflejó en un rayo de luz la misma
causó el espectro de los colores del arcoíris. Había dos piedras más
pequeñas, color rojo sangre, a cada lado, que solo hacía que el color fuera más
oscuro e intenso.
Un anillo de compromiso clásico, de estilo Caronese,
las piedras representaban el pasado, el presente y el futuro. El rojo por la
pasión y la piedra central por la fidelidad.
Su promesa a ella. Ella no podía esperar a llamar a su
hermana y contarle lo que había pasado. Sorche no podría creerlo.
Desde que Zarya tenía memoria, habían pasado horas
hablando de la clase de hombre de la que se enamoraría. Con quién soñaba con
casarse algún día.
Nunca se habría imaginado que sería el forajido más
letal en el universo.
Su mirada se centró en la nota que él había dejado en
su mesita de luz, al lado de su reloj. Era dulce y pasado de moda, era
algo tan suyo que la hizo sonreir. Pero lo más tierno, fue que sobre la nota
había una rosa blanca perfecta y un pequeño objeto redondo electrónico que
jamás había visto. Con curiosidad, ella tomó la nota y el aparato circular
negro y lo acercó.
Dejar tu cama fue la cosa más difícil que hice alguna
vez. Pero en cuatro días, volveré por vos. Buscá al hombre vestido de negro,
usado la sortija de tu madre alrededor del cuello.
Me conocés, Zarya, mucho mejor que cualquier persona.
Mi deseo más grande es que mi rostro no te ofenda tanto que te olvides de tu
promesa. Nunca podría soportar que me rechazara la única mujer a la que le di
mi corazón.
Cuatro días de ausencia, y luego una vida de
felicidad. Te lo prometo, nunca te vas a arrepentir de amarme.
Eternamente tuyo, K.
PD: Diseñé este tricom solo para vos. Si alguien
dispara un blaster hacia vos, ya sea para matarte o para dejarte incapacitada,
desviará el tiro y emitirá un pulso que los dejará tanto a ellos como a
cualquiera que esté cerca, paralizados. Por unas cuantas horas, van a estar
conscientes pero no van a ser capaces de hacer otra cosa que no será parpadear.
No te lo saques. Te protegerá en mi ausencia.
El cabello de la nuca se le puso de punta mientras un
deja vu la torturó. Con sus ojos llenándose de lágrimas. Ella tocó la letra
cursiva. La última vez que un hombre le había dejado una nota como esa, había
sido su padre.
Pronto, seremos libres de Caron. Entonces nunca
volverás a tener miedo. Dos días, mi preciosa, y volveré… asegurate que tu
hermana haya empacado y esté lista.
Su padre había muerto en su camino de vuelta.
Ella se encogió del dolor mientras un amargo nudo se
le hacía en el estómago. Por favor, no dejes que la historia se repita.
Fuente Oficial Sherrilyn Kenyon
Traduccion Mariana Agnelli para Rito de Sangre
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