Capitulo 2
Lydia no se podía mover. No podia respirar mientras miraba al ….Demonio?
No había otra forma de describirlo. Era la única posibilidad…
Salvo un Dios. Y ni siquiera Azura o Noir dejarían que un Dios estuviera en sus dominios, a menos que fuera su hermana, Braith. Los Dioses, como regla, no compartían el territorio fácilmente. Ni siquiera con su familia.
Nadie en su sano juicio compartiría el territorio con una criatura tan salvaje.
Morocho, mortal y tenebroso, estaba envuelto en un aura de poder supremo. Uno que hacía que el aire entre ellos chisporroteara con su fuerza e intensidad sobrenatural. La de él, era una presencia que haría que Darth Vader corriera pidiendo por su mamá. Le ponía los pelos de punta. Ella nunca había visto algo parecido, a pesar de haber visto muchas cosas terroríficas en sus más de mil años. No sólo había entrado en la habitación.
La dominaba.
No. La comandaba.
Con su respiración entrecortada, se tomó un momento para estudiar a su enemigo, esperando encontrar alguna clase de debilidad.
Sí, claro… Era como tratar de encontrar una forma de contener un huracán. Y a pesar de que él estaba calmado en este momento, tenía la singular impresión de que él podía tornarse violento sin más provocación que arquear una ceja de una forma que a él no le gustara.
Su lacio cabello castaño oscuro rojizo estaba peinado hacia atrá s, en una cola de caballo. Ese cabello no estaba compuesto por un solo tono de rojo, sino mechones de todos los colores, pasando por el rubio al caoba, al castaño, hasta el negro. De alguna forma se complementaban dando la impresión de cabello rojizo.
Con más de un metro noventa de altura, era la persona más intimidante que había visto. Intimidante al nivel de mojarte en los pantalones porque va a chuparte el alma y comérsela cruda. Más si tomabas en cuenta que ella era una persona que podía pasear en las peores pesadillas que existían.
Su rostro estaba pintado de blanco con líneas angulares rojas y negras pintadas de tal forma que le recordaba a un guerrero Kabuki. Aunque, como era un demonio, podia no ser pintura. Bien podría ser el color natural de su piel. Las líneas rojas, estaban dibujadas de forma que daban la impresión de una mirada siniestra y burlona. Sus ojos estaban cubiertos de negro, que bajaban por los costados de su nariz para formar una punta sobre ella. De la misma forma, el color negro subía por el costado de sus ojos hasta la base del cabello. Ese color enfatizaba, la palidez, frialdad y rudeza de esos ojos color azul metálico.
Desalmados.
No había nada en sus ojos excepto la promesa de una muerte brutal y un dolor tan profundo que su mirada podría traumatizar a cualquiera que tuviera un gramo de instinto de preservación.
Dado su tamaño, intimidaría hasta en su peor día. Junto con su armadura color borgoña y dorada con puntas cubiertas de sangre, y el gesto en su cara, podría hacer que el mismo diablo se arrinconara en una esquina.
Dios, ayúdame . . .
Lydia quería alejarse de él, pero estaba la pared que la frenaba. No había forma de retroceder. El único camino era a través de él.
Si, y eso no va a ser posible. Ni siquiera un camión con acoplado podría moverlo. Sería como tratar de atropellar a godzilla. Ella respiró lentamente, esperando a que él la atacara.
“No te atrevas a lastimarla!” Solin gruñó desde donde estaba encadenado a la mesa. “Juro por los Dioses, que te voy a carnear como a un cerdo si le respiras encima.”
Eso causó que el demonio levantara la ceja en una expresión de burla . “Ya establecimos que no hay nada que puedas hacer, excepto salpicar mi armadura con sangre.” Y volvió su mirada brutal hacia ella. “Quién y qué sois
Estoy muerta sería la respuesta más obvia. Por favor hacerlo rápido. No quería permanecer en la miseria. No por nada.
Y todo sobre el demonio decía que él disfrutaría verla sufrir.
Él se acercó a ella con la intención de atacarla. “Respondeme, perra.”
Quién habría pensado que se volvería más terrorífico?
Ella preferiría enfrentar a Freddy Krueger treinta minutos después de haberse tragado varias pastillas para dormir que confrontar a esta tremenda montaña de poder demoníaco.
Lydia agarró fuertemente su daga y se apretó contra la pared, tratando de teletransportarse.
No podia.
Estoy atrapada. Algo bloqueaba sus poderes y la mantenía en este lugar como un insecto atrapado en una telaraña.
El demonio estaba casi sobre ella. “Hablá mujer,” le gruñó. “Ahora!”
“No puede.”
Las palabras de Solin lo distrajeron. Él enfocó su mirada en el cuerpo sangrante de Solin.
“Explicate.”
“Ella es muda.”
El demonio le dedicó una sonrisa burlona. “Estás mintiendo.”
“No tengo necesidad de mentir. Ella nunca fue capaz de decir una palabra, así que no podéis torturarla para obtener ningún tipo de información que te sirva. Salvo que puedas leer la mente o sepas lenguaje de señas.”
Seth se tomó un segundo para considerar las palabras de Solin. Estaba mintiendo?
Por qué mentiría?
Por qué no? Era lo que la gente hacía. Muchas veces y por ninguna razón aparente, y cada vez que eran atacados y quería protegerse. Aunque no supiera otra cosa sobre los Dioses o la
humanidad. Sabía este simple hecho.
No se podia confiar en nadie. Jamás.
Aun así, tenía curiosidad sobre su presencia. Por qué alguien en sus cabales vendría a este lugar infernal?
Había una sola explicación que se le ocurría…
“Qué relación tiene ella con vos, Dios de los Sueños?”
Solin se rehusó a mirarla. En vez de eso, miró a Seth con una intensidad de espíritu que comandaría respeto si Seth fuera capaz de respetar a alguien. “Nada. Solo un Dream Hunter que enviaron para salvarme.”
Esta vez supo que Solin estaba mientiendo. Y él estaba podrido de sangrar y sufrir por la negativa del bastardo de darle lo que necesitaba para liberarlos a los dos. La rabia lo invadía mientras se dio vuelta para finalmente matar al imbécil de una vez por todas.
Solin no sabría que esta sería una muerte por piedad.
Mientras levantó la espada para cortarle la cabeza a Solin, la pequeña ratoncita asustada de lanzó hacia él con todo lo que tenía. El peso de su pequeño cuerpo chocó contra el suyo con más fuerza de la que él la creía capaz. Agarrando su muñeca, ella trató de desarmarlo. Cuando eso falló, ella lo acuchilló en el brazo, tan profundamente, que enterró la hoja de la daga hasta la empuñadura.
Seth se habría burlado de su ataque si no hubiera estado tan aturdido. Nunca nadie había tenido el coraje de atacarlo abiertamente desde que sus poderes no estaban restringidos, antes de su confinamiento.
Qué carajo?
Ella le pegó una piña en la garganta, algo que habría funcionado con cualquier otro. Pero demasiados siglos de tortura lo habían inmunizado al dolor físico.
Frunciendo los labios, levantó su brazo para abofetearla.
“No te atrevas!” Solin tiró tanto de sus cadenas que cada músculo de su cuerpo se tensó.
Seth frunció el ceño ante la reacción violenta del Dios del Sueño. Solin no había peleado de esta manera en semanas. Si sólo la voluntad pudiera romper las cadenas, Solin habría podido escapar fácilmente.
Él tenía razón. La mujer significaba algo para Solin.
No, se dio cuenta mientras vio la mirada asesina en los ojos de Solin mientras el Dios puteaba a Seth y sus progenitores. Ella significaba todo para él.
Esto no tiene precio.
Seth la agarró de las manos, la dio vuelta en sus brazos, y la apretó contra su cuerpo para que mirara cara a cara a Solin. Furiosa, ella lo confronto como una leona protegiendo a sus cachorros.
Interesante….
Solin soltó un rosario de profanidades mientras trataba inclusive con más fuerza de alcanzarlos.
Muy interesante.
Estaba dispuesto a morir por protegerla.
Finalmente encontré la forma. Ella sería la clave para obtener la información de Solin de una vez por todas. Los Dioses finalmente habían tenido misericordia y le habían tirado un hueso. Él sonrió lentamente.
Hasta que ella le pegó en la mandíbula con la cabeza con la suficiente fuerza como para recordarle sus siglos de tortura. Le tomó toda su fuerza de voluntad no quebrarla en dos. En ese preciso momento, todo lo que podía saborear era su sangre. Era todo lo que quería.
Matala y Solin no te va a servir de nada. Si lo hacés nunca va a hablar.
Eso fue lo único que salvó su vida. Pero ella no seguiría respirando por mucho más tiempo si no la cortaba. En realidad, su control iba deteriorándose cada vez que ella le hundía los dientes en la mano y lo mordía hasta que sangraba.
Sacándolos de la sala de interrogación, él la llevó a su habitación. Allí, la hizo volar fuera de su alcance.
Ella dio un par de vueltas hasta que pudo recuperar el equilibrio. Su cabello negro cayó a su alrededor de sus hombros como un manto de seda mientras ella caía agachada como algún depredador a punto de ir por él.
Él la clavó con la mirada. “No lo hagas.”
Lydia se congeló con esa palabra que prometía una muerte dolorosa si desobedecía. Aun así, ella sostuvo su posición, lista para atacarlo si él daba un solo paso adelante.
Su fría mirada la mantuvo en su lugar mientras él se sacaba la daga del brazo. Ella había sido capaz de penetrar la armadura y sabía por la sangre en sus manos que lo había lastimado exitosamente.
Pero más que la daga llena de sangre que tiró al piso, no mostró signos de estar lastimado. Ni siquiera había hecho un gesto de dolor. Como mucho, parecía disfrutarlo.
Estoy en el horno.
Quién era él?
Qué era él?
Él se limpió la sangre de la mano como si no fuera nada. Dejó en su armadura una mancha roja que no se disimulaba mucho con el color borgoña. “No podés matarme griega. Todo lo que podés hacer es que me enoje. Te sugiero, si querés seguir resírando, que no vuelvas a hacerlo.”
Ni siquiera estaba en el horno. Estaba mucho más allá de eso, tanto que no podía ni medirse. Estaba meada por una manada de dinosaurios.
Qué voy a hacer?
Morir, sin duda. Pero nunca sin pelear.
Seth vio como la racionalidad volvía a sus ojos. Ojos topacio de felino que literalmente brillaban como su espíritu intrépido. Nunca había visto ojos como esos. Y fueron esos ojos los que le dijeron que Solin estaba mintiendo. Los Dream Hunters griegos, aquellos que protegían a quienes dormían de las pesadillas y otros depredadores del inconsciente, tenían brillantes ojos azules.
Él nunca había visto ojos como los de ella.
“Podés hablar?” Él quería saber si Solin también había mentido sobre eso.
Ella negó con la cabeza lentamente.
Al menos ella podía entender lo que decía. Eso era algo. No mucho, pero algo.
Ella comenzó a mover sus manos en una danza etérea. Era hermoso de ver. Y le tomó un minuto darse cuenta que ese era su lenguaje.
“No te entiendo.”
Esta vez, ella hizo un gesto con sus uñas. Ese gesto sí lo entendió. “Vos también.”
Ahora movía sus manos obviamente con rabia. Sin duda lo estaba puteando tanto como Solin lo había hecho.
Diablos, ella era hermosa. No de una forma clásica y perfecta, como un Dios o un Demonio. Sus ojos eran muy grandes para su cara ovalada. Tanto que casi la opacaban. Y sus uñas estaban aserradas como si ella tuviera el hábito nervioso de comérselas.
Pero sus labios…
Gruesos, llenos y de un color rosado brillante, eran perfectos. El solo pensar en ellos, hacían que su cuerpo se revelara. Lo hacía dolerse por poseer la misma cosa que debería estar matando.
Con razón Solin la protegía tanto. Si ella fuera su mujer, mataría a cualquiera que se le acercara también. Cómo no hacerlo? Era un instinto primario el proteger las cosas que eran
importantes para uno.
No en tu caso.
Eso era verdad. Él era un animal a lo que no le importaba nada, excepto él mismo. Era todo lo que conocía. No vivía la vida. La soportaba. Noir se había encargado de hacérselo entender y nada iba a mostrarle lo contrario. Su existencia se basaba en sobrevivir. No había nada más en su mente. Nada. Él hacía lo que le decían.
No tenía otra opción.
Y en este momento, tenía un Dios al cuál extraerle información.
“Vos, tes vas a quedar acá,” le dijo a la mujer. Entonces volvió para interrogar a Solin por lo que con suerte sería la última vez.
Lydia dejó de moverse al encontrarse sola.
Dónde estaba el Demonio?
Mejor dicho, dónde estaba ella?
Como el resto del reino en el que estaba, la habitación era oscura, y la única luz venía de esos tubos azules en el cielo que de manera extraña le recordaban a la sangre. El aire era frío y húmedo y hacía que el lugar fuera todavía más deprimente.
Lo más raro era que no había una puerta. Ni siquiera rastros de ella. Tampoco una ventana. Ella caminó alrededor de la habitación. Volviendo sobre sus pasos. Por supuesto. La única forma de entrar o salir era la teletransportación. Algo que ella todavía no podía hacer.
Maldición!
Atrapada, vio una cama en la esquina más alejada. Sábanas de piel la cubrían, pero parecía que nadie dormía en ella. A decir verdad, tenía una capa de polvo alrededor. Las paredes eran de piedra, húmeda como las paredes de los pasillos en los que había estado anteriormente.
Había una chimenea, pero no había fuego que eliminara el frío en la habitación que le llegaba hasta los huesos. Al lado de la misma había un enorme y limpio escritorio barroco de madera. Una laptop, descansaba sobre el mismo. Era el único objeto personal en la habitación.
Curiosa, caminó hacia ella, con la intención de prenderla. Pero en el momento en que la tocó, la tapa se cerró, y de casualidad no le agarró los dedos.
Qué carajo?
Ella trató de abrirla, pero no quiso abrirse. Era como si estuviera viva y sabía que ella no tenía que usarla. Si claro…
Al menos no la estaban torturando.
Todavía.
Qué voy a hacer?
Levantar la daga, y esperar. Ella hizo un gesto ante la cantidad de sangre que había en ella. Parecía que había perforado una arteria. Y él ni siquiera había mostrado una reacción. Obviamente era un inmortal. O alguien a quien le gustaba el dolor.
Estoy muerta.
Qué más haría con ella, además de matarla?
La respuesta obvia la aterraba más que pensar en morir. No voy a dejar que me viole. Quizás no sería capaz de matarlo, pero voy a castrarlo si me pone una mano encima.
Con ese pensamiento en la cabeza, ella fue hasta la esquina, y se sentó en el piso con su espalda contra la pared. Ahora si estaba lista para él y para la batalla cuando él regresara.
“Dónde está Lydia?”
Seth hizo una pausa al escuchar el tono desafiante de Solin. Así que ese era el nombre de la mujer.
Lydia. Era lindo…como una canción. Pero él no era un poeta.
Él era la muerte. Y ella no era otra cosa que un peón para obtener lo que necesitaba. Entrecerrando los ojos, fue hasta la mesa donde Solin estaba encadenado. Demasiado bien sabía lo que dolía estar encadenado de esa forma.
Qué humillante. No había sentimiento peor que estar a merced de alguien más y no poder luchar o protegerse. Estar así sin saber cuándo comenzaría la próxima sesión de tortura.
No tener dignidad.
Dentro de él, una parte sentía lástima por Solin.
No te atrevas! Le gritó su cabeza. Era eso lo que había hecho que lo castigaran en primer lugar. Y si él no conseguía lo que necesitaba, volvería al mismo lugar.
Nunca nadie vino a rescatarte. Él no debía olvidarse de eso. Nadie había tratado de ayudarlo. Él nunca había tenido compasión por nadie.
Ni siquiera su propia madre. El recuerdo de su brutalidad estaba tan fresco hoy como lo había estado durante su niñez, puteándola porque lo había abandonado a su muerte.
Sin protección
Solo.
Pero Lydia había venido por Solin. Había arriesgado su vida tratando de ayudarlo. Los celos invadieron su corazón. Qué era tan especial de Solin que merecía esa lealtad y preocupación? Tanto sacrificio personal?
Cómo te atrevés a proclamar a esa patética miseria como mi heredero divino! me enferman. Cómo te atrevés a darle mi nombre, perra! AmbosSalí de mi vista antes de que destripe a ambos. Esas habían sido las últimas palabras de su padre. Era como todos lo habían visto desde ese momento. Nada más que basura sin valor para usarse y luego descartarse
Pasarle por encima.
Y eso encendía su temperamento.
Él se acercó a Solin y lo agarró del pelo. Con sus fosas nasales dilatadas, forzó a Solin a encontrarse con su mirada. “Decime lo que quiero saber o la mato”
Solin miró la sangre en su armadura. “Cómo sé que no lo hiciste todavía?”
Seth hizo un gesto de desprecio. Era su propia sangre la que manchaba su armadura, no la de Lydia. Sangre que le habían arrebatado por el solo hecho de que tenía que sacarle información al griego.
Solo Solin podía terminar con el sufrimiento de Seth y el maldito bastardo no lo hacía. Maldito sea por eso.
Así que decidió cobrársela atormentando al griego, no tanto como Noir lo había atormentado a él, pero lo suficiente para hacerlo sentir mejor. “Dónde estaría la diversión en eso? Es peor para vos saber que la tengo a mi disposición. Puedo hacer lo que quiera con ella y no hay nada que puedas hacer para detenerme. Nada.”
Solin lo puteo de arriba abajo con tanta furia, que era increíble que la boca no se le hubiera prendido fuego.
Seth tiró con fuerza del cabello de Solin. “Si querés que siga intacta, decime dónde está la llave”
“No lo sé.”
“Mentira! Sé que sos el único que tiene acceso a ella.”
Solin negó con la cabeza.
Seth quería fracturarle el cráneo. Noir se ponía cada vez más impaciente. Si Solin no largaba la información pronto, Noir lo devolvería a su agujero y le cocería la boca de vuelta.
Esta vez, sería permanente y no le volverían a dar otra oportunidad.
Si eso pasaba, que los Dioses ayudaran a Solin. Noir no tendría piedad con él. Tanto como el idiota pensaba que estaba sufriendo ahora, no era nada comparado con lo que le esperaba.
Él sabía por experiencia propia que el peor lugar para estar era entre Noir y lo que sea que Noir quisiera.
Dale, bastardo estúpido. Dame lo que necesito para poder salvarnos los dos“Decímelo y los dejo ir a los dos.”
“Andá a cagar.”
“No es lo que quería que me dijeras.” Gruñendo, Seth lo soltó. Hacía dos semanas que estaba todo igual. Y ya estaba podrido de ser el chivo expiatorio de Noir. De ser culpado y castigado por lo obstinado que era Solin. Dado lo que le estaban haciendo, sería lo mismo estar atado a la mesa al lado de Solin.
Pero , nunca más.
“Bien. Iré a interrogar a Lydia. Veamos lo que sabe.”
Solin gritó tan fuerte y con tanto dolor que tenía que venir de la parte más profunda
de su alma. “No la lastimes. No te atrevas! Te voy a conseguir lo que quieras si la dejás ir.”
Por una vez, él le creía. La emoción en la voz de Solin y en sus ojos era tan real que no podía ser falsa, y ese grito…
Era uno que venía del amor. Seth no tenía un concepto de esa palabra. Pero había visto a madres morir protegiendo a sus hijos. Hombres que se sacrificaban a sí mismos por sus amigos, familia, y esposas.
Lydia significaba tanto para Solin?
“Me darías tu vida por la de ella?”
Solin no dudó en su respuesta. “Sí.”
Fascinante. Qué haría que un Dios quisiera morir para salvar a alguien? “Pensas que ella haría lo mismo por ti?”
“Ella vino por mí.”
Esas palabras lo dejaron helado. Solin tenía razón. Ella había arriesgado todo para tratar de rescatarlo. “La amás?”
Solin no respondió. En vez de eso, hizo algo que nunca había hecho durante sus horas de tortura.
El suplicó. “Por favor, no la lastimes. Te lo juro, si la mantenés a salvo, te traeré la llave y la pondré en tus manos.”
El alivio lo traspasó al finalmente escuchar las palabras que lo salvarían y lo librarían de más degradación.
Eso si Solin no le estaba mintiendo. Lydia significaba tanto para él?
La confianza no estaba en su naturaleza. Cada vez que había cometido ese error, las repercusiones habían sido terribles. La única cosa en la que tenía fé era en la voluntad que otras personas tenían para cagarse en él y mentirle.
Pero en esto, no tenía alternativa. Tenía que conseguir la maldita llave. Más vale temprano que tarde.
Él clavó a Solin con la mirada. “Tenés tres días para volver. Si no tenés la llave para cuando se cumpla el plazo, entonces te enviaré los restos de Lydia.” Dando un paso hacia atrás, Seth
chasqueó los dedos.
Las cadenas se disolvieron.
Solin se quedó ahí acostado, débil y respirando con dificultad. De la misma forma que él había hecho cuando Sólin lo había liberado. Una parte de él sentía culpa por tener que hacer esto. Odiaba causarle dolor a alguien más. Pero mejor si era Solin y no él mismo. Al menos no le había cosido la boca a Solin. Él se rascó la pera con el dorso de su mano, mientras un dolor fantasma le recordaba cuánto dolor había pasado. Tampoco había violado las partes privadas de Solin. El bastardo pensaba que sabía lo que era la tortura. No tenía idea de lo suave que había sido Seth comparado con los otros a los que llamaban hogar a este infierno.
Solin debería estar arrodillado en agradecimiento.
Seth estiró su mano y le devolvió las ropas a Solin. “Tres días. No falles.” Entonces usó sus poderes para enviar a Solin al reino mortal de dónde lo había secuestrado.
Cómo deseaba poder ir con él. Pero Noir le había sacado la habilidad para irse cuando lo trajo por primera vez. Solo podía transportar a otros desde y hasta el reino humano.
Nunca él mismo.
Pero en este momento no importaba.
Seth respiró aliviado al pensar en darle la llave del Olimpo a Noir. Lo haría extremadamente feliz. O al menos tan feliz como el hijo de puta miserable podría serlo.
Quizás en ese momento lo perdonaría y lo dejaría quedarse sin cadenas.
Y con suerte, Solin volvería en unas horas.
Mientras tanto, él quería entender qué era tan especial de esta mujer que un Dios como Solin daría su vida por ella.
Estaría loco Solin por anteponer la seguridad de Lydia a la propia? La gente mentía y traicionaba. Especialmente cuando había amor de por medio. Era solo una herramienta que los fuertes usaban contra los débiles.
Él lo sabía mejor que nadie.
Te amo. Se burló ante el mero pensamiento. Palabras baratas y sin sentido que se decían las personas egoístas que eran incapaces de entender su significado.
Lydia era exactamente igual a los otros. Ella se volvería en contra de Solin.
Y él le haría un favor al Dios.
Se lo probaría.
Capitulo 3
Cuando volvió a su habitación, Seth experaba encontrar a la mujer alerta y agazapada, lista para hacerlo pedazos.En vez de eso, ella estaba sentada en una esquina, con los brazos cruzados sobre sus rodillas y su cabeza apoyada en sus antebrazos. El suave y gentil ronquido le hizo saber que ella estaba profundamente dormida.
Cómo podía ser?
Él no había podido hacer nada más que tomar siestas desde que lo habían liberado. Y esas siestas eran realmente cortas. Momentos donde se despertaba de golpe al escuchar el sonido más débil o un cambio en el aire. Real o imaginario.
Y ella dormía en medio del territorio enemigo, y....
Dormía.
Profundamente.
Sois tan tonta.
Más que nada, ella era una curiosidad envuelta en un enigma y una contradicción. Por qué? Por qué arriesgaría su vida y cuerpo por alguien más? Por qué había venido a este lugar?
Honestamente.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, él acortó la distancia entre ellos y se arrodilló en el piso a su lado. Su armadura emitió un suave sonido por el movimiento. Su largo y negro cabello que caía por sus hombros y piernas, formando como una capa brillante.
En esa posición, se veía más frágil y pequeña de como la recordaba . . . Como una pequeña rosa negra en el piso. Y ella tenía un aroma a belleza. La mayoría de los demonios tenían un hedor característico. Pero ella no.
Ella olía como el sol de verano que no había visto desde que era un niño... en esos días cuando todavía creía en la belleza y la decencia. Cuando esperaba con ansias un futuro, que estúpidamente, pensaba que sería brillante.
Cuando su inocencia había sido tan violentamente arrancada de su ser, y lanzada en su cara.
Dudando, pero con demasiada curiosidad como para detenerse, tocó un mechón de su cabello que caía por un costado. La suavidad de ese rulo lo asombró. Era como tocar el pétalo de una rosa. Al menos así era como lo recordaba.
Lentamente, lo levantó hacia su nariz para que pudiera aspirar el aroma dulce y placentero que parecía ser parte de ella. Oh, Si... lo hacía pensar en un hogar que nunca había conocido o tenido.
Cerró sus ojos para savorear el aroma mientras recorría su sangre como el fuego. En contra de su voluntad, sus pensamientos se enfocaron en cómo se vería desnuda. Cómo se sentiría tenerla abajo de él mientras él probaba su piel bronceada y la tomaba.
No, mejor aún sería tenerla encima de él. Sí, esa era la imagen que buscaba. Con su suave cabello haciéndole cosquillas mientras lo montaba como nadie lo había hecho antes. Despacio y suave. Con dulces besos que no lo harían sangrar.
Como si él significara algo para ella.
No seas estúpido. Desde cuando te volviste una viejita sentimental? El sexo es el sexo. No tiene un significado, y un acto animal que el cuerpo necesitaba de vez en cuando. Solo un imbécil buscaría emociones en el acto.
Y desde cuándo el sexo era tierno? Especialmente para algo tan desagradable como lo era el? Diabios, tenía suerte de que alguna hembra se rebajara para hacerlo con él.
Lydia jamás lo haría.
Ese pensamiento lo lastimó en su interior. Pero era verdad. Lo primero que había hecho despues de recobrar su fuerza fue encontrar un demonio amante para saciar lo que tanto había extrañado, el único placer que Noir no le había quitado. Necesitaba canalizar en la peor de las formas. Pero la pálida piel gris del demonio había sido fria y seca, su toque duro y demandante mientras ella le había clavado las uñas y lo lo había mordido hasta hacerlo sangrar. Inclusive le había roto algunos dientes. Y su cabello había sido áspero y frágil. Nada que ver con la cálida suavidad de su pequeña flor.
Abrí tus ojos, lirio.
Como si ella hubiera escuchado el deseo en su interior, suspiró y se refregó las mejilas en los brazos. Parpadeó una vez, y luego se irguió al darse cuenta que él estaba precisamente a su lado. Inmediatamente se alejó de él con pánico en sus ojos color topacio. Para su decepción, sus acciones causaron que su cabello estuviera fuera de su alcance. Su cuerpo entero se tensó para la batalla, como si esperara que tuviera un brote psicótico sin razón aparente.
"Yo...." se frenó a si mismo antes de prometerle que no iba a lastimarla. Él se rehusaba auque ella lo supiera.
Siempre es mejor ser temido.
Así que en vez de eso se movió para confrontarla.
Lydia se levantó después de él, sólo para darse cuenta que en realidad no importaba. Aun parados él la superaba en tamaño ampliamente y la hacía sentir como si fuera pulgarcita. que los Dioses la ayudaran si él se tornaba violento. No podría dar demasiada pelea. Ya había hecho lo mejor posible al apuñañarlo, y él la había acorralado tan rápida y fácilmente que todavía estaba sorprendida. Pero ella pelearía. Mientras tuviera un aliento de vida, no se rendiría sin pelear.
Sin embargo, él no se movió.
Ella miró al demonio, deseando tener alguna forma de interrogarlo. Si solo tuviera sus poderes. Entonces podría proyectarle sus pensamientos.
Pero en este momento...
Lo mejor que podía hacer era mirarlo con odio.
Ella trató de hacerle señas nuevamente. Pero todo lo que logró fue que él frunciera el ceño. Algo que lo hacía doblemente siniestro al sumarle las líneas rojas y negras en su blanco rostro.
"Así es como hablás?" le preguntó.
Ella asintió con la cabeza.
Él puteo por lo bajo.
Usando señas de dígalo con mímica más que de lenguaje de señas, ella trató de decirle que, si podía devolverle algunos de sus poderes, ella podría hablarle.
Frunció el ceño aun más. "Qué? El techo? Qué hay en el techo?"
Ella suspiró con frustración mientras trataba de pensar otra forma de expresar que hablaba de sus poderes. Ella movió los brazos como si representara humo.
Él frunció la boca disgustado. "Esto es molesto."
El demonio no tenía idea.
Ella se tomó un momento para pensar qué más podía intentar. Tenía que haber alguna forma de escribir...
Antes de que pudiera parpadear, él se manifestó frente a ella. Solo su tamaño y el shock de que apareciera tan cerca de repente, la dejaron sin aliento. A la distancia, él parecía fiero.
Tan cerca como estaba ahora, ella podía, literalmente, sentir sus poderes. Eran como una corriente eléctrica en el aire que le ponían los pelos de punta.
Él era mucho más grandote que ella y no tenía nada que ver con la armadura que tenía puesta. Era enorme.
Esos ojos azules la quemaban con una frialdad tan profunda, que era increible que no se hubiera convertido en una estatua de hielo.
En ese mismo momento, él la tomó con un brazo y la atrajo hacia él. Sus ojos brillaron un instante antes de que bajara su cabeza hacia sus labios.
Por un segundo, se paralizó con la cálida suavidad de sus labios. La gentileza de su abrazo mientras su lengua barría con la de ella en el beso más dulce que había conocido.
Hasta que recordó que el era el demonio que había estado torturando a Solin. Su furia encendiéndose, ella le mordió el labio con todo lo que tenía.
Él retrocedió con una puteada.
"Sois un bastardo!" Lydia se congeló, con los ojos como platos, después que esas palabras salieran de su boca en vez del aire sin sonidos con el que normalmente hablaba. En estado de shock, ella se llevó las manos a los labios y la garganta.
Era realmente su voz? Así sonaba cuando hablaba? Era tan extraña y diferente, y..
Era increible.
La mirada del demonio prometía muerte mientras se limpiaba la sangre de sus labios con el dorso de la mano. "Tenés suerte que no te mate por eso."
Pero esa no era su preocupación más grande. Qué le había hecho? Cómo podía haberle dado una voz cuando nadie más había podido hacerlo?
Nadie.
Ni siquiera Solin.
Con un rugido siniestro, se lamió el área donde lo habían mordido. "Ahora podés hablar."
"Cómo?" El sonido de su propia voz la hizo saltar.
El se frotó su labio inferior con su pulgar, y frunció la boca al ver la yema del dedo roja por la sangre que aun brotaba de su herida. Hacía juego con las líneas rojas que surcaban su rostro. "Tengo todo tipo de poderes. Ese es solo uno."
"Por eso me besaste?"
Su mirada podía congelar cualquier cosa. "Para nada. Todavía me faltaba hacer que me sangrara el labio hoy, así que pensé que esta sería la mejor forma. Muchas gracias por ayudarme con eso."
Su humor sarcástilo la tomó por sorpresa. Por un momento, no lo vio como un demonio terrorífico. Él casi parecía...
Humano.
Perturbada por ese pensamiento, miró a su alrededor nerviosa. "Qué otro tipo de poderes tenés?"
Su pregunta lo devolvió a su semblante siniestro. Cuando habló, gruñó las palabras como si fuera el demonio que parecía ser. "Rezá para que nunca te enteres."
Bien. Si quería jugar ese juego...
"Por qué me trajiste acá."
Su mirada se movió en dirección a la cama.
El calor se extendió por sus mejillas. "Podés olvidarte de eso. A menos que te guste la necrofilia, no va a pasar nunca."
"Necrofilia?"
Ella se preparó por si la atacaba. "Me suicidaría antes de dejar que me toques."
Seth se quedó completamente helado ante esas palabras, mientras lo lastimaban más que una trompada, y lo llevaban directamente al pasado.
Pedazo de mierda, estás fuera de mi nivel. Ella no lo dijo, pero su tono e indignación lo implicaban. De repente, él era joven otra vez, y se burlaban de él por su ineptitud.
Acosado.
Humillado.
No servía para nada.
En este momento se sentía como se había sentido antes. Lastimado por una verdad que no podía cambiar. Él no había pedido nacer, ni mucho menos ser inmortal. Él había tratado de ser una persona decente. Una vez. Y a dónde lo había llevado eso?
A ser torturado por siglos.
Su rabia se encendió y le tomó toda la voluntad que tenía no pegarle y derribarla de ese pedestal desde donde lo miraba con desprecio con su nariz repingada.
La única verdad que sabía mejor que nadie, y que se la habían machacado hasta que le entró en la cabeza era que las palabras eran mas dolorosas que los golpes. Siempre permanecían mientras las cicatrices se curaban y los moretones se iban.
Las agresioner verbales llegaban al alma y carcomían en corazón por toda la eternidad.
"No te la creas, mujer." La miró de arriba a abajo. "Prefiero masturb*** con un papel de lija lleno de pulgas que tocarte."
Lydia se quedó paralizada momentáneamente por sus palabras tan crudas y vívidas. Nadie le había dicho algo así antes. "Entonces por qué estoy acá?" No tenía sentido.
Él le contestó con otra pregunta. "Por qué viniste por Solin?"
Por qué vendría? "Porque estaba en problemas y necesitaba que alguien lo ayudara."
Arriesgarías tu vida por él?
Ella se burló de esa pregunta ridícula. "Creo que esa respuesta es obvia. Estoy aquí, no?"
Eso pareció confundirlo más. "Pero, por qué?"
"Por qué, qué?"
Su ceño se frunció más. "Por qué arriesgarías tu vida por protegerlo?"
Ella se dio cuenta de que él honestamente no sabía de lo que ella estaba hablando. Era como si hablaran idiomas distintos. "No hay nadie a quién protejas?"
Orgulloso, se irgió más. "Yo mismo."
"Y..."
Las emociones visiblemente le recorrieron el rostro. Sorpresa, introspección, shock, y finalmente se vio todavía más confundido. "Nadie. Las criaturas milenarias son traicioneras y crueles. Nadie vale lo suficiente como para derramar mi sudor y sangre.”
Bueno. Entonces eso era todo.
Èl era un demonio, de pies a cabeza. Sin alma. Sin habilidad para valorar o amar a alguien excepto a èl mismo. Por qué esperarìa algo màs? "Entonces eso me dice todo de vos, no?"
Él arqueó una ceja. "Qué te dice?""Que sos un bastardo."Él no sonrió, pero ella podía darse cuenta que el insulto le parecía entretenido. "Acaso no lo somos todos?"
"No." Ella bajó la voz para hablar en un tono firme. "No, no lo somos. Ni de casualidad."
Él frunció la boca en un gesto siniestro y burlón que probablemente le habría dado pesadillas a muchas personas. "Entonces sos una tonta. Solin ya se fue y te dejó. Ni siquiera miró hacia atrás cuando lo liberé."
Si, claro. Ella conocía a Solin. "Me estás mintiendo."
Él levantó las manos para formar una niebla. En el medio de la niebla, vio el lugar donde había estado Solin. Una habitación que en este momento estaba completamente vacía. "Ves? Él se fue, pero vos todavía estás acá, aunque sabe que lo más probable es que te torture y te mate por estar acá."
El demonio le estaba mintiendo sobre .... se negó a terminar ese pensamiento en caso de que le estuviera leyendo la mente. Solin nunca haría algo así. Ella lo sabía."Entonces el tuvo una buena razón para irse y dejarme acá."
"Él cambió tu libertad por la suya."
Ella negó con la cabeza. "No te creo. Ni una sola palabra. Ni por un minuto." Y no le creía, aunque su instinto animal le decía que él estaba diciendo la verdad. Ella tenía fé en Solin.Siempre tendría fé en él.
Seth estaba sorprendido por la confianza que tenía en alguien que seguramente no la merecía. La única cosa en la que él confiaba de esa forma era en la voluntad que los otros tenían para lastimar o sacrificarlo por caprichos, ganancias personales, y placeres.Cómo podía alguien de su edad ser tan estúpida y ciega?
De repente, él escuchó que Noir lo llamaba. Si no fuera porque estaba con ella, temblaría. Él sabía lo que su amo quería y también sabía cómo reaccionaría el bastardo cuando lo decepcionara con su reporte.
De nuevo.
Eso iba a dejar una cicatriz...
Pero no tenía elección. Hacer esperar a Noir solamente empeoraría su castigo.
Suspirando con resignación, manifestó comida para la mujer en su escritorio. No tenía sentido hacerla pasar hambre cuando él no sabía cuánto tiempo estaría ausente esta vez.
Se le hizo un nudo en el estómago que lo ahogaba. No de miedo, pero de ansiedad.
"Volveré."
Lydia quizo preguntarle a dónde iba, pero se fue demasiado rápido.
Agradeciendo su ausencia, ella trató nuevamente de encontrar una forma de salir. No había ventanas. Ni armario. Sólo esta habitación y nada más.
Qué raro..."Qué voy a hacer cuando tenga que ir al baño?"
No era como si tuviera que usarlo ahora, pero....Un sonido a su espalda la hizo saltar. Ella se dio vuelta para ver una puerta en la pared. Con su corazón latiendo fuertemente, corrió hacia ella, esperando que diera al pasillo.Lo que había detrás de la puerta la sorprendió todavía más.
Era un baño enorme y brillante con una ducha de mármol y una bañera de pie. La decoración brillante parecía fuera de lugar junto a la austeridad del cuarto. Obviamente este era el lugar donde el bastardo vanidoso se malcriaba.
Ella abrió y cerró la puerta mientras consideraba la forma en la que había aparecido. Cómo funcionaban las cosas acá? Uno preguntaba y..."Quiero irme."
No pasó nada.Vamos, no me hagas esto. Sabés que quiero salir de acá. Ella volvió a intentarlo. "Por dónde me voy? Qué hago cuando tenga que irme?"
Quizás la clave estaba en la forma de pedirlo.Pero volvió a decepcionarse cuando la puerta no apareció.
No creiste que iba a ser tan fácil, verdad?Un chacal podía soñar.Hablando de eso, trató de convertirse en chacal. Pero inclusive esa habilidad innata le fue quitada. Ella era completamente humana.
Qué horrible.
No es que ser humano fuera algo malo, pero a ella no le gustaba sentirse vulnerable. A ella le gustaba tener sus poderes. Todo lo que le quedaba en este momento eran sus sentidos super desarrolados.Al menos tenés algo.
Oh, genial. Qué suerte tengo! Mañana ganaré la lotería.
Si, tenía tanta suerte.
"Pero ahora tengo voz." Ella no pudo resistir decirlo en voz alta.Era tan extraño poder hablar después de toda una vida de silencio.
La última vez que había hablado ...Ella se encogió al recordar el horror que le había costado su voz. Su madre se la había robado para mantenerla a salvo.
Al final, ella deseaba que su madre la hubiera dejado gritar y morir con el resto de ellos.Habría sido un destino más misericordioso.
Especialmente si el demonio le hacía lo que le había hecho a Solin.
Queriendo una distracción de un pasado demasiado doloroso para contemplarlo, y un futuro que no se veía muy bien, ella volvió a la habitación, donde el aroma de la comida caliente la llamaba hasta el escritorio.
Ella sacó la tapa de la bandeja de plata para encontrar una mezcla extraña. Bananas fritas? Irónicamente, a ella le encantaban. Quizás le había leido la mente? Ese pensamiento la asustó. No le gustaba la idea de que nadie leyera sus pensamientos.
Los otros platos tenían más sentido. Dulces y una suerte de pastel de carne. También había muchas frutas frescas y vino. Suficiente como para alimentarla por días.
Todo se veía delicioso, lo que le hacía preguntarse. "Estará envenenada?"
Con un demonio, nunca se sabía. Aunque para ser honesta, si la quería muerta, seguramente no tenía que recurrir a envenenarla. Muy probablemente podría matarla con sólo pensarlo. Y definitivamente con sus manos.
Seguramente la comida era confiable.
Tomando un plato limpio, lo llenó con comida, y luego se sentó para comer en la guarida de su enemigo.
"Y bueno?"
Seth odiaba esa palabra con una pasión furiosa. En su lista, ocupaba los primeron lugares, como sacarle los ojos a alguien, destriparlo y castrarlo.
No tenía miedo de Noir. Era sólo que sabía lo que el bastardo iba a hacerle cuando contestara, y el odiaba la espera del dolor que estaba por venir.
Solamente, no me castres...el sexo era la única fuente de placer, por más remoto que fuera, que podía tener. Lamentablemente, odiaría perderla.
"Estoy cerca, mi señor."
Noir siseó como una serpiente que se estaba preparando para atacar. "Cerca? No fue eso lo que me dijiste hace dos días?"
No, te dije que me dejaras solo para cuestionarmme, Rey de los idiotas, y me mandaste a hacer tantas cosas que no tuve más que una hora para interrogarlo en más de dos días.
Seth apretó los dientes para evitar decir las palabras que solo lograrían que lo castraran. Se forzó a si mismo a mantener la mirada en el piso, a los pies de Noir. Si miraba hacia arriba, Noir le arrancaría los ojos. Pero lo que realmente quería hacer era matarlo a palos.
Si sólo pudiera. Sin poderes, no podría ni siquiera darle una piña antes de que Noir lo inmobilizara. Y porque había tratado de hacerlo un número de veces, él sabía exactamente cuál era el castigo por esa estupidez en particular.
"Finalmente encontré una forma de hacerlo hablar. Tendré la respuesta muy pronto."
En vez de calmar a Noir, lo hizo encender una furia homicida. "Decime, realmente, duele ser tan estúpido? Tengo que saberlo. Realmente? Pensé que para este momento ya habrías aprendido que no tolero errores."
Seth se preparó para el dolor, mientras este se exparcía por su cuerpo entero y la armadura se desvanecía. Tan pronto como estuvo desnudo, Noir lo lanzó contra la pared de piedra que estaba detrás de él. Él tuvo un doloroso aterrizaje en el piso, mientras trataba de respirar, pero era imposible hacerlo en la agonía del dolor. Noir fue rápidamente hacia donde estaba y lo levantó por la garganta, asfixiándolo con su agarre. Era imposible no ver el brillo maligno en sus ojos, que decía que esto no era un castigo.
Era puro placer.
Si, iba a ser una noche realmente larga.
Capitulo 4
Lydia caminaba en círculos en la habitación de la cual había memorizado cada detalle, hasta el diseño de las grietas en el piso. Ya había comido, y había caminado por lo que parecían ser horas y horas....
O un día entero.
La frustración le había hecho un nudo en la garganta. Cómo era posible..
El aire se movió detrás de ella.
Ella se dio vuelta, lista para pelear.
El demonio finalmente había vuelto. Pero había algo mal. El chacal en ella podia sentirlo aunque él estaba parado tan orgullosa y fieramente como lo había estado antes.
Tensa y nerviosa, ella esperó a que él hiciera o dijera algo.
Como ella, él no se movió mientras se estudiaban el uno al otro. El peso de esa mirada helada, y terrorífica le causaron escalofríos...
Qué iba a hacer?
Seth contuvo el aliento mientras en silencio debatía sobre lo que iba a hacer. Era tonto estar en este lugar herido. Él lo sabía.
Su habitación siempre había sido el único lugar en el infierno al que podía retirarse y estar a salvo de todos menos de Azura y Noir. No había forma de mantenerlos afuera.
Pero con ella aquí...
De qué te estás quejando? Serías abusado de todas formas. Al menos ella no tenía sus poderes. No podía causarle mucho dolor.
Pero con los otros...
El dolor sería ilimitado, especialmente después de su venganza.
No tengo otro lugar a dónde ir.
Él preferiría haberla encerrado antes de irse a descansar, pero Noir lo había drenado completamente, después de que finalmente se cansó de golpearlo. Seth estaba tan débil ahora. Tan enfermo. Era una maravilla que hubiera podido volver.
No te caigas, maldito, pedazo de mierda. No te atrevas a mostrar debilidad. Él tenía un espíritu fuerte. Pero su cuerpo se rehusaba a cooperar. Contra su voluntad, sus piernas cedieron y él golpeó el piso tan fuerte, que le sorprendía no haber roto la piedra. Él trató de mantenerse conciente. De arrastrare hasta su cama.
Pero su cuerpo ni siquiera le dejaba hacer eso. Estaba demasiado dolorido y cansado.
A pesar de todo lo que intentó, la oscuridad lo absorvió.
Lydia dio un paso hacia atrás mientras lo miraba yacer en el piso en una enorme armadura de metal. Sería un truco?
Por qué usaría ese tipo de truco? Qué ganaría con caer al piso frente a ella?
Aun así... los demonios en Azmodea eran traicioneros. Malignos. Uno nunca sabía de qué cosas terribles eran capaces. No hasta que era demasiado tarde y estaban sobre uno.
Con mucha cautela y curiosidad, ella se arrastró hacia adelante, lista para alejarse si intentaba agarrarla.
Él no lo hizo.
No fue hasta que se arrodilló que vio las manchas de sangre que se propagaban por su cabello, y por su cara y armadura. En varios lugares, la sangre venía desde abajo de la armadura y caía al piso de piedra.
Él había sido torturado. Profundamente. No, salvajemente. Los golpes habían hecho que se corriera la pintura blanca, roja y negraen su cara, mostrándole que sólo era maquillaje y no su tono de piel.
Qué hago ahora?
No había nadie a quien llamar por ayuda. Y en el fondo de su mente estaba el miedo de que si moría, ella también moriría. Nadie sabía dónde estaba. Probablemente ni siquiera Solin.
Mierda.
Cuál era la profundidad de las heridas que tenia? La respuesta era obvia. Lo suficientemente malherido que algo tan letalmente feroz como él había perdido la conciencia. Dado lo que había visto de él, parecía imposible.
A pesar de eso el yacía quieto como un hombre muerto. Y había una lago de sangre formándose debajo de él.
Ella buscó las hebillas en su armadura y comenzó a quitarle las partes más pesadas. Y eran tan pesadas como planchas de plomo. Cómo podía caminar con eso puesto y no caerse? Con razón era tan enorme. Tenía que serlo para soportar semejante peso.
Debajo de la armadura usaba un traje negro y fino que debía ser el relleno para evitar que el metal le dañara la piel. Cuidadosamente lo quitó para examinar sus heridas.
Al exponer su cuello, descubrió algo inesperado. Había un tatuaje singular de un hermosa y colorida golondrina. La cola comenzaba en el borde de su cuello, y bajaba hasta la clavícula con sus alas que abarcaban desde su hombro hasta justo arriba del pezón. Un pezón que tenía una terrible cicatriz como si alguien le hubiera hecho un piercing, y luego lo hubiera arrancado. Ella se encogió ante la sola idea y sin pensarlo llevó la mano hacia su propio pecho.
Eso tenía que haber dolido.
Tratando de no pensar en eso, continuó mirando con detalle el tatuaje. La golondrina era de color azul en su mayoría, pero las alas también era n rojas, amarillas, verdes y blancas. La cola del ave se dividía en dos, y en el medio había dos plumas que parecían ser un roto corazón rojo oscuro.
Qué raro. Ese pájaro no concordaba con su maldad. Era algo optimista, o algo que un soñador querría.
No la mano derecha del mal encarnado.
Pero ella no tenía tiempo de pensar en eso ahora. Mientras siguió desvistiéndolo, descubrió un cuerpo musculoso, cuya perfección absoluta era estropeada una y otra vez por cicatrices, cortes y moretones. Muchísimos moretones que cubrian otros morentones, y las cicatrices y heridas que estaban una encima de la otra. También había muchísimas marcas de mordidas, algunas tan claras que se podía ver la impresión dental, tanto que un dentista lo envidiaría. Ella se daba cuenta que al menos tres tipos de seres diferentes lo habían atacado.
El estómago se le hizo un nudo ante las pruebas que indicaban una vida entera de pura miseria. Dios Santo, cuantas veces habría soportado palizas para llevar esta cantidad de daño en el cuerpo?
Honestamente, no podía elegir entre todas, cuál le habría causado más daño. Aunque la que tenía debajo de la pera se veía realmente terrible.
Peor que las espantosas cicatrices, eran los tajos y lastimaduras recientes que habían sido hechas por un látigo de puas. Debía ser eso lo que lo hizo colapsar. Ella aspiró con fuerza. Alguien lo había destrozado, y al verlo uno se daba cuenta que lo habían disfrutado. Ella vio las heridas en sus antebrazos y biceps, probablemente resultado de un intento de querer defenderse y evitar que le pegaran en otras partes del cuerpo, pero había fallado.
Obviamente este demonio no estaba en la cima de la cadena alimenticia en este lugar, lo cual le hacía preguntarse quién le habría hecho esto.
Noir? Azura?
Y por qué?
Qué había hecho para hacer que lo quisieran lastimar de esta forma?
Sin respuestas, ella lo desvistió hasta los shorts negros y largos que usaba debajo de su armadura como relleno. Le recordaban a sus pantalones de ciclista y se ajustaban a sus estrechas caderas y muslos tonificados.
Lydia trató de no mirar el bulto en ese lugar que le decía que sus músculos no eran la única parte de su cuerpo que era enorme. Los Dioses definitivamente habían sido generosos con él en ese área.
Cortala.
Pero era tan dificil no quedarse mirando. Él tenía el tipo de cuerpo que una mujer no veía todos los días. El tipo en el que una quería envolverse y sentir la calidez y contextura sobre la piel. Y mientras, seguramente él era malvado hasta la médula, no se podía negar el hecho de que estaba formado exquisitamente.
No, era tan delicioso como para chuparse los dedos, y ella casi podía entender por qué lo habían mordido. Pero las otras marcas...
Esas no las entendía.
Ella volcó su atención hacia su cabeza, sonde la sangre se derramaba por una cortada justo sobre su oreja derecha. Él todavía estaba inconciente.
Y sangraba por todos lados. Ella no podía ni siquiera hacer una lista de sus heridas.
Su mirada bajó hacia su brazo donde ella lo había apuñalado. Tenía tantas heridas ahi, que no estaba segura cuál sería la de ella. Ese pensamiento le causó náuseas. Con razón no había reaccionado. Probablemente lo había apuñalado sobre otra herida.
Y aunque ella no le caía bien ni confiaba en nadie, tampoco quería lastimar a la gente. Ni siquiera a él. Le dolía haberle hecho más daño del que ya había padecido y se odiaba a ella misma por esta debilidad.
No debería importarle su dolor en lo más mínimo. Él definitivamente no había tenido compasión por Solin. Por qué le dolía verlo tan lastimado?
Porque son soy un demonio carente de alma como él. A ella no le causaba gracia ni le parecía humano abusar ni maltratar.
Con el estómago hecho un nudo y sintiendo compasión por él, fue al baño para llenar una vasija con agua tibia para limpiar y vendar sus heridas.
Las vendas, las hizo rompiendo sus sábanas.
Tomó algo de tiempo, pero con mucho cuidado limpió y vendó cada herida. Una vez que terminó con su cuerpo, tiró el agua, limpió la vasija y luego la llenó nuevamente con agua para encargarse de su cabeza y rostro.
Mientras lavaba el maquillaje de sus facciones, lentamente descubrió la verdad sobre su "demonio."
Él era hermoso. Absolutamente impactante.
No había otra palabra para eso. Habría sido tan hermoso como una mujer, pero el corte de su quijada y sus pómulos eran completamente masculinos, y ambos estaban cubiertos por una sombra de barba. Con razón usaba maquillaje. Sería difícil aterrorizar a los demonios de este lugar si se veía de esta forma, a pesar de su altura y su musculoso cuerpo.
Además, estaba segura de que lo usaba para ocultar los moretones en su sien, mejillas y mandíbula.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, recorrió sus labios suaves con su dedo, recordando que ríco había sido su beso hasta que....ella se encogió al ver la marca donde lo había mordido.
Obviamente, lo último que necesitaba era más dolor. Y ella estúpidamente había pensado que estaba bromeando cuando le dijo que todavía no le habían roto el labio en ese momento.
"Lo siento tanto," le susurró, preguntándose si habría tenido algún momento de felicidad en su vida. Aunque por la condición en la que estaba su cuerpo, pensaba que no.
Cuánto tiempo habría vivido en este reino infernal?
Un minuto habría sido demasiado tiempo
Con un nudo en la garganta, ella lavó la sangre de su cabello. El cual se contrajo en rulos color castaño al minto que lo mojó.
Así que no era lacio después de todo. Esos rulos eran increíblemente sedosos y le daban una apariencia juvenil, como en un muñeco de colección. Quién lo habría pensado?
Ahora que lo había visto desnudo y limpio, lo único que daba miedo sobre él, era lo increiblemente hermoso que era. Atractivo. Era casi imposibleno mirarlo.
Aun era la persona que había torturado a Solin... quien lo habría matado si ella no lo hubiera detenido.
Y era verdad. Su apariencia no cambiaba la crueldad de sus acciones. Sin importar qué, era su enemigo. Y siempre lo sería.
Si fuera lista, lo apuñalaría en el corazón mientras pudiera.
El cuchillo de cocina estaba solo a unos metros.
Y si lo hiciera? Él le había dicho a ella que era indestructible. Y ella no tenía una razón para asumir que estaba mintiendo. Sus golpizas y cicatrices y el hecho de que todavía respiraba, le decían que había sido honesta acerca de eso.
Además, aunque lo matara, continuaría atrapada en este lugar. Eso no cambiaría. Sin él, ella no tenia forma de irse ni de comunicarse con alguien.
Él era su única esperanza de salir.
Si sólo pudiera hacerle llegar un mensaje a alguien de afuera. Pero por más que tratara, seguía atrapada. Qué voy a hacer?
Nunca se había sentido tan perdida.
Un escalofrío le recorrió la espalda al ver que su futuro no pintaba nada bien.
Por ahora, era mejor tolerar al demonio que conocía en vez de a los que la esperaban fuera de este cuarto.
Seth se despertó lentamente para encontrarse tirado mirando al piso sobre la dura piedra. Clavó la mirada en la pared de la habitación, temiendo el momento en el que comenzaría a sentir dolor. Pero al esperar, se dio cuenta que su cabeza estaba en una suave almohada y el peso que sentía en su cuerpo no era su armadura.
Alguien lo había cubierto con sábanas?
Qué carajo?
Frunciendo el ceño, quio moverse solo para escuchar una cálida y dulce voz que le hablaba.
"Cuidado! Vas a reabrir las heridas de tu espalda."
Desde las sombras, vio aparecer un ángel. Si, uno con dientes afilados, se recordó. Pero el dolor que sentía en este momento en sus labios no eran por su mordida, eran por los cachetazos de Noir.
Se mareó cuando el dolor le vino en oleadas. Si, esto era a lo que estaba acostumbrado. La maldita miseria. Por un momento, tuvo miedo de volver a desmayarse.
"Tomá."
Ella levantó su cabeza de la almohada con el toque más gentil que había conocido y lo ayudó a tomar agua del cáliz le él le había dejado con su cena.
El tragó cuidadosamente, con su garganta ardiendo por las heridas internas, hasta que le retiró la copa. Luego le frunció el ceño. Le habría preguntado por qué lo estaba ayudando, pero la respuesta era obvia e innegable. Él era la única forma que tenía de salir y ella lo sabía.
No había emociones en sus acciones. Solo voluntad de servicio.
Como todos.
Pero al menos no se habia aprovechado de su condición para lastimarlo más. Eso, solamente, era una novedad.
Aun más extraño era el hecho de que se había tomado la molestia de cuidarlo. Su ceño fruncido se profundizó al enfocarse en el vendaje alrededor de su mano que estaba anudado en sus nudillos. "Te dije que no podía morir."
"Si, pero tampoco sos una persona que se cura rápido. Tenía que hacer algo. Estabas sangrando por todo el lugar y el olor a la sangre me causaba náuseas."
Seth ignoró el comentario y trató de incorporarse aunque su punto de apoyo estuviera débil. Mareado por la pérdida de sangre se sentía tan débil...
De repente, Lydia estaba a su lado. Ella tomó su brazo y lo puso alrededor de sus hombros y pasó uno de sus brazos por su cintura para mantenerlo erguido. Su cálido aroma le llenó la cabeza, haciendo que su corazón se acelerara. Mejor se sentían las curvas suaves de su cuerpo pegadas al propio. Curvas que le hacían agua la boca y lo ponían tan duro que podía usar su pene como un martillo.
"Vamos hacia la cama antes de que vuelvas a caerte."
Esas palabras trajeron imágenes a su mente de él profundamente dentro de ella, mientras ella se arqueaba contra él. De los labios de Lydia en cada centímetro de su cuerpo hasta que se sintiera borracho de ella.
Oh si, ya podía sentirla ahi.
Cálida. Mojada.
Flexible...
No seas estúpido. No era una invitación, y a ella no le importaba un carajo él.
Pero era lindo tener a alguien aunque simulara que le importaba. Aunque sea un minuto.
Qué patético que soy para que algo tan falso y trivial signifique tanto para mí.
Y él era patético. Deseando a una mujer que preferiría destriparlo a acostarse con él.
No dejes que esto te debilite. Lo pagaría caro si dejara que alguien lo ablandara.
Y eso sería diferente a lo normal, por qué?
Disgustado consigo mismo, se movió para alejarse de ella. "No necesito tu ayuda."
Ella levantó las manos en señal de tregua. "Bien. Sangrá donde quieras."
Seth se arrastró hasta la cama y se sentó antes de volver a desmayarse. Recorrió su cabello con su mano, y se congeló cuando sintió esos malditos rulos que nunca usaba frente a nadie.
Mierda.
Y lo siguió un miedo tan terrible, que le dió más náuseas que sus heridas. Pasó su mano por la barba en su cara. "Me lavaste..."
"Si."
Él se encogió al darse cuenta que ella había visto su verdadero yo. La parte que no quería que nadie viera. "Por qué? Tuvo que contenerse para mantener el veneno fuera de su voz.
"Tenías una herida en la cabeza que se veía grave y un moretón en tu mejilla izquierda. Quería asegurarme que no había huesos rotos."
Y si los hubiera tenido? "Habría importado?"
Ella dejó salir un suspiro cansado antes de contestar. "No, Capitán América, no habría importado. Perdon por haber querido ayudar."
El no respondió al pasar su mano por debajo de su barbilla donde estaba esa repulsiva cicatriz de rayo que estropeaba su piel... todavía podía sentirla perforando su boca y lengua.
Le molestaba que ella supiera cómo se veía. Nada bueno venía de que alguien viera sus verdadero rostro. Especialmente no acá. En Azmodea, siempre era mejor ser temido que deseado. Una lección muy dura que había aprendido en el momento en que NOir lo trajó aquí y le drenó sus poderes, dejándolo sin protección, y como víctima para todos los otros hasta que obtuvo la suficiente fuerza como para defenderse. Era otra de las razones por las que no había forma de entrar a su cuarto excepto la teletransportación.
Nadie lo volvería a victimizar.
Excepto por las dos persona que lo poseían. No había forma de protegerse de la forma particular de brutalidad de Noir y Azura.
El estómago se le contrajo al pensar que se sentía desnudo frente a ella. Eso hizo que su rabia creciera aun más.
"No vuelvas a hacerlo. Nunca más."
Lydia revoleó sus ojos ante ese gruñido, mientras su armadura y maquillaje reaparecieron para cubrirlo. Si te hace sentir mejor, nene....
Un segundo después, los restos de su comida desaparecieron y fueron reemplazados por más comida.
Ella le levantó la ceja. "Estás hambriento?"
Él negó con la cabeza. "Probablemente vos los estés. Cuánto tiempo estuve inconciente?"
"No lo sé. No tenés un reloj," dijo haciendo un gesto hacia la pared, "O ventana para poder darme cuenta de la hora. Diría que es de día, quizás.”
Aun así él no se movió. Solamente se quedó sentado como una gárloga enojada, planeando su venganza en alguna paloma.
Ignorando su mal humor, ella fue hacia la comida, odiando el hecho de que estaba hambrienta. Había estado viviendo de la fruta, pero no habia sido suficiente para satisfacerla. Estaba deseando proteínas de la peor forma."Querés un poco?"
“No.”
“Gusano!”
Lydia saltó ante el terrible grito que hizo eco en las paredes que los rodeaba.
El gesto de Seth se transformó en una máscara asesina.
El odio en su mirada la quemó. Sin una palabra, salió de su habitación y la dejo sola nuevamente.
Seth se manifestó en la oficina de Noir que era tan oscura como el corazón y el humor de Seth. "Me llamó, mi señor?"
"Y bueno ?"
Nunca más quería escuchar esa maldita palabra nuevamente. Y estaba confundido de que Noir la estuviera usando ahora. "No entiendo."
Noir lo abofeteó con tanta fuerza que su cabeza se fue hacia atrás y el cuello hizo un ruido extraño. Por un minuto vio estrellas mientras Noir le agarraba el pelo con la mano para acercarlo a é, y podés gritarle en su oido sangrante. "Entonces te voy a hablar despacio y usar palabras simples para que inclusive un idiota patético como vos pueda seguirme." Noir tiró de su cabello con cada sílaba para puntualizarlas. "Cuál. Es. Tu. Progreso? Tenés mi llave?
Seth apretó los dientes. No había manera de ganar. Si le decía la verdad, le pegaría nuevamente.
Por favor, devolveme los poderes por un segundo, maldito bastardo. Eso era todo lo que necesitaba para hacer que Noir sintiera su furia.
Maldito seas, Padre. Ojalá te vayas directo al infierno! Espero que Sesmu te esté drenando tu sangre en este momento y te ahogue en ella. Más que eso, esperaba que su padre se estuviera asando en los hornos del inframundo.
Pero nada de eso cambiaba el hecho de que era un esclavo. Nada podía cambiar este momento.
O lo que estaban a punto de hacerle.
Y lo que más odiaba, era lo que le forzaban a hacer. Rebajarse. "Estoy haciendo lo mejor que puedo, mi señor."
Noir lo agarró del cuello y lo apretó tan fuerte que la voz apenar le salía. "Mejor que me digas por qué no tenés más noticias que esas."
Seth tosió cuando Noir lo apreto todavía más fuerte. "No-No pude."
"Por qué?"
Aunque sabía lo que le esperaba, Seth miró a Noir a los ojos y le dejó ver el peso de su odio. "Estuve inconciente después de su castigo."
"Eso es lo que te pasa por ser débil, patético perro. Si fueras un hombre podrías haberlo soportado."
Sólo soy débil porque me robaste los poderes...
El le agarró la muñeca a Noir para sacarlo de su garganta.
"Te atrevés a desafiarme, esclavo?"
Seth no contestó con la verdad. Él sabía lo que vendría. Pero quería. Deseperadamente. "Sólo vivo para servirle."
Noir lo abofeteó nuevamente. "Mejor que lo recuerdes."
Cómo podría olvidarse? Lo quemaba por dentro como un horno de fundición.
"Si, mi Señor." Enfocó su vista en la pared para no tener que mirar al bastardo a los ojos y evocar su furia.
Noir le vió otra cachetada. "Estás prestanto atención?"
Le tomó cada parte de la voluntad que poseía no defenderse ante su señor. No lo hagas. No. No vale el costo.
Aun así, quería defenderse con tantas ganas, que podía saborearlo.
"Si, mi señor."
Noir empujó a Seth fuera de su alcance. "Se te está acabando el tiempo, perro. Y mi paciencia también. O me das lo que necesito, o te devuelvo a tu hoyo y dejo que los demonios te tengan por toda la eternidad."
Entonces por qué estás perdiendo mi tiempo haciendome aparecer acá cuando podría estar buscándola? Esa pregunta le quemaba la garganta. Qué pelotudo.
Lydia caminaba en círculos en la habitación de la cual había memorizado cada detalle, hasta el diseño de las grietas en el piso. Ya había comido, y había caminado por lo que parecían ser horas y horas....
O un día entero.
La frustración le había hecho un nudo en la garganta. Cómo era posible..
El aire se movió detrás de ella.
Ella se dio vuelta, lista para pelear.
El demonio finalmente había vuelto. Pero había algo mal. El chacal en ella podia sentirlo aunque él estaba parado tan orgullosa y fieramente como lo había estado antes.
Tensa y nerviosa, ella esperó a que él hiciera o dijera algo.
Como ella, él no se movió mientras se estudiaban el uno al otro. El peso de esa mirada helada, y terrorífica le causaron escalofríos...
Qué iba a hacer?
Seth contuvo el aliento mientras en silencio debatía sobre lo que iba a hacer. Era tonto estar en este lugar herido. Él lo sabía.
Su habitación siempre había sido el único lugar en el infierno al que podía retirarse y estar a salvo de todos menos de Azura y Noir. No había forma de mantenerlos afuera.
Pero con ella aquí...
De qué te estás quejando? Serías abusado de todas formas. Al menos ella no tenía sus poderes. No podía causarle mucho dolor.
Pero con los otros...
El dolor sería ilimitado, especialmente después de su venganza.
No tengo otro lugar a dónde ir.
Él preferiría haberla encerrado antes de irse a descansar, pero Noir lo había drenado completamente, después de que finalmente se cansó de golpearlo. Seth estaba tan débil ahora. Tan enfermo. Era una maravilla que hubiera podido volver.
No te caigas, maldito, pedazo de mierda. No te atrevas a mostrar debilidad. Él tenía un espíritu fuerte. Pero su cuerpo se rehusaba a cooperar. Contra su voluntad, sus piernas cedieron y él golpeó el piso tan fuerte, que le sorprendía no haber roto la piedra. Él trató de mantenerse conciente. De arrastrare hasta su cama.
Pero su cuerpo ni siquiera le dejaba hacer eso. Estaba demasiado dolorido y cansado.
A pesar de todo lo que intentó, la oscuridad lo absorvió.
Lydia dio un paso hacia atrás mientras lo miraba yacer en el piso en una enorme armadura de metal. Sería un truco?
Por qué usaría ese tipo de truco? Qué ganaría con caer al piso frente a ella?
Aun así... los demonios en Azmodea eran traicioneros. Malignos. Uno nunca sabía de qué cosas terribles eran capaces. No hasta que era demasiado tarde y estaban sobre uno.
Con mucha cautela y curiosidad, ella se arrastró hacia adelante, lista para alejarse si intentaba agarrarla.
Él no lo hizo.
No fue hasta que se arrodilló que vio las manchas de sangre que se propagaban por su cabello, y por su cara y armadura. En varios lugares, la sangre venía desde abajo de la armadura y caía al piso de piedra.
Él había sido torturado. Profundamente. No, salvajemente. Los golpes habían hecho que se corriera la pintura blanca, roja y negraen su cara, mostrándole que sólo era maquillaje y no su tono de piel.
Qué hago ahora?
No había nadie a quien llamar por ayuda. Y en el fondo de su mente estaba el miedo de que si moría, ella también moriría. Nadie sabía dónde estaba. Probablemente ni siquiera Solin.
Mierda.
Cuál era la profundidad de las heridas que tenia? La respuesta era obvia. Lo suficientemente malherido que algo tan letalmente feroz como él había perdido la conciencia. Dado lo que había visto de él, parecía imposible.
A pesar de eso el yacía quieto como un hombre muerto. Y había una lago de sangre formándose debajo de él.
Ella buscó las hebillas en su armadura y comenzó a quitarle las partes más pesadas. Y eran tan pesadas como planchas de plomo. Cómo podía caminar con eso puesto y no caerse? Con razón era tan enorme. Tenía que serlo para soportar semejante peso.
Debajo de la armadura usaba un traje negro y fino que debía ser el relleno para evitar que el metal le dañara la piel. Cuidadosamente lo quitó para examinar sus heridas.
Al exponer su cuello, descubrió algo inesperado. Había un tatuaje singular de un hermosa y colorida golondrina. La cola comenzaba en el borde de su cuello, y bajaba hasta la clavícula con sus alas que abarcaban desde su hombro hasta justo arriba del pezón. Un pezón que tenía una terrible cicatriz como si alguien le hubiera hecho un piercing, y luego lo hubiera arrancado. Ella se encogió ante la sola idea y sin pensarlo llevó la mano hacia su propio pecho.
Eso tenía que haber dolido.
Tratando de no pensar en eso, continuó mirando con detalle el tatuaje. La golondrina era de color azul en su mayoría, pero las alas también era n rojas, amarillas, verdes y blancas. La cola del ave se dividía en dos, y en el medio había dos plumas que parecían ser un roto corazón rojo oscuro.
Qué raro. Ese pájaro no concordaba con su maldad. Era algo optimista, o algo que un soñador querría.
No la mano derecha del mal encarnado.
Pero ella no tenía tiempo de pensar en eso ahora. Mientras siguió desvistiéndolo, descubrió un cuerpo musculoso, cuya perfección absoluta era estropeada una y otra vez por cicatrices, cortes y moretones. Muchísimos moretones que cubrian otros morentones, y las cicatrices y heridas que estaban una encima de la otra. También había muchísimas marcas de mordidas, algunas tan claras que se podía ver la impresión dental, tanto que un dentista lo envidiaría. Ella se daba cuenta que al menos tres tipos de seres diferentes lo habían atacado.
El estómago se le hizo un nudo ante las pruebas que indicaban una vida entera de pura miseria. Dios Santo, cuantas veces habría soportado palizas para llevar esta cantidad de daño en el cuerpo?
Honestamente, no podía elegir entre todas, cuál le habría causado más daño. Aunque la que tenía debajo de la pera se veía realmente terrible.
Peor que las espantosas cicatrices, eran los tajos y lastimaduras recientes que habían sido hechas por un látigo de puas. Debía ser eso lo que lo hizo colapsar. Ella aspiró con fuerza. Alguien lo había destrozado, y al verlo uno se daba cuenta que lo habían disfrutado. Ella vio las heridas en sus antebrazos y biceps, probablemente resultado de un intento de querer defenderse y evitar que le pegaran en otras partes del cuerpo, pero había fallado.
Obviamente este demonio no estaba en la cima de la cadena alimenticia en este lugar, lo cual le hacía preguntarse quién le habría hecho esto.
Noir? Azura?
Y por qué?
Qué había hecho para hacer que lo quisieran lastimar de esta forma?
Sin respuestas, ella lo desvistió hasta los shorts negros y largos que usaba debajo de su armadura como relleno. Le recordaban a sus pantalones de ciclista y se ajustaban a sus estrechas caderas y muslos tonificados.
Lydia trató de no mirar el bulto en ese lugar que le decía que sus músculos no eran la única parte de su cuerpo que era enorme. Los Dioses definitivamente habían sido generosos con él en ese área.
Cortala.
Pero era tan dificil no quedarse mirando. Él tenía el tipo de cuerpo que una mujer no veía todos los días. El tipo en el que una quería envolverse y sentir la calidez y contextura sobre la piel. Y mientras, seguramente él era malvado hasta la médula, no se podía negar el hecho de que estaba formado exquisitamente.
No, era tan delicioso como para chuparse los dedos, y ella casi podía entender por qué lo habían mordido. Pero las otras marcas...
Esas no las entendía.
Ella volcó su atención hacia su cabeza, sonde la sangre se derramaba por una cortada justo sobre su oreja derecha. Él todavía estaba inconciente.
Y sangraba por todos lados. Ella no podía ni siquiera hacer una lista de sus heridas.
Su mirada bajó hacia su brazo donde ella lo había apuñalado. Tenía tantas heridas ahi, que no estaba segura cuál sería la de ella. Ese pensamiento le causó náuseas. Con razón no había reaccionado. Probablemente lo había apuñalado sobre otra herida.
Y aunque ella no le caía bien ni confiaba en nadie, tampoco quería lastimar a la gente. Ni siquiera a él. Le dolía haberle hecho más daño del que ya había padecido y se odiaba a ella misma por esta debilidad.
No debería importarle su dolor en lo más mínimo. Él definitivamente no había tenido compasión por Solin. Por qué le dolía verlo tan lastimado?
Porque son soy un demonio carente de alma como él. A ella no le causaba gracia ni le parecía humano abusar ni maltratar.
Con el estómago hecho un nudo y sintiendo compasión por él, fue al baño para llenar una vasija con agua tibia para limpiar y vendar sus heridas.
Las vendas, las hizo rompiendo sus sábanas.
Tomó algo de tiempo, pero con mucho cuidado limpió y vendó cada herida. Una vez que terminó con su cuerpo, tiró el agua, limpió la vasija y luego la llenó nuevamente con agua para encargarse de su cabeza y rostro.
Mientras lavaba el maquillaje de sus facciones, lentamente descubrió la verdad sobre su "demonio."
Él era hermoso. Absolutamente impactante.
No había otra palabra para eso. Habría sido tan hermoso como una mujer, pero el corte de su quijada y sus pómulos eran completamente masculinos, y ambos estaban cubiertos por una sombra de barba. Con razón usaba maquillaje. Sería difícil aterrorizar a los demonios de este lugar si se veía de esta forma, a pesar de su altura y su musculoso cuerpo.
Además, estaba segura de que lo usaba para ocultar los moretones en su sien, mejillas y mandíbula.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, recorrió sus labios suaves con su dedo, recordando que ríco había sido su beso hasta que....ella se encogió al ver la marca donde lo había mordido.
Obviamente, lo último que necesitaba era más dolor. Y ella estúpidamente había pensado que estaba bromeando cuando le dijo que todavía no le habían roto el labio en ese momento.
"Lo siento tanto," le susurró, preguntándose si habría tenido algún momento de felicidad en su vida. Aunque por la condición en la que estaba su cuerpo, pensaba que no.
Cuánto tiempo habría vivido en este reino infernal?
Un minuto habría sido demasiado tiempo
Con un nudo en la garganta, ella lavó la sangre de su cabello. El cual se contrajo en rulos color castaño al minto que lo mojó.
Así que no era lacio después de todo. Esos rulos eran increíblemente sedosos y le daban una apariencia juvenil, como en un muñeco de colección. Quién lo habría pensado?
Ahora que lo había visto desnudo y limpio, lo único que daba miedo sobre él, era lo increiblemente hermoso que era. Atractivo. Era casi imposibleno mirarlo.
Aun era la persona que había torturado a Solin... quien lo habría matado si ella no lo hubiera detenido.
Y era verdad. Su apariencia no cambiaba la crueldad de sus acciones. Sin importar qué, era su enemigo. Y siempre lo sería.
Si fuera lista, lo apuñalaría en el corazón mientras pudiera.
El cuchillo de cocina estaba solo a unos metros.
Y si lo hiciera? Él le había dicho a ella que era indestructible. Y ella no tenía una razón para asumir que estaba mintiendo. Sus golpizas y cicatrices y el hecho de que todavía respiraba, le decían que había sido honesta acerca de eso.
Además, aunque lo matara, continuaría atrapada en este lugar. Eso no cambiaría. Sin él, ella no tenia forma de irse ni de comunicarse con alguien.
Él era su única esperanza de salir.
Si sólo pudiera hacerle llegar un mensaje a alguien de afuera. Pero por más que tratara, seguía atrapada. Qué voy a hacer?
Nunca se había sentido tan perdida.
Un escalofrío le recorrió la espalda al ver que su futuro no pintaba nada bien.
Por ahora, era mejor tolerar al demonio que conocía en vez de a los que la esperaban fuera de este cuarto.
Seth se despertó lentamente para encontrarse tirado mirando al piso sobre la dura piedra. Clavó la mirada en la pared de la habitación, temiendo el momento en el que comenzaría a sentir dolor. Pero al esperar, se dio cuenta que su cabeza estaba en una suave almohada y el peso que sentía en su cuerpo no era su armadura.
Alguien lo había cubierto con sábanas?
Qué carajo?
Frunciendo el ceño, quio moverse solo para escuchar una cálida y dulce voz que le hablaba.
"Cuidado! Vas a reabrir las heridas de tu espalda."
Desde las sombras, vio aparecer un ángel. Si, uno con dientes afilados, se recordó. Pero el dolor que sentía en este momento en sus labios no eran por su mordida, eran por los cachetazos de Noir.
Se mareó cuando el dolor le vino en oleadas. Si, esto era a lo que estaba acostumbrado. La maldita miseria. Por un momento, tuvo miedo de volver a desmayarse.
"Tomá."
Ella levantó su cabeza de la almohada con el toque más gentil que había conocido y lo ayudó a tomar agua del cáliz le él le había dejado con su cena.
El tragó cuidadosamente, con su garganta ardiendo por las heridas internas, hasta que le retiró la copa. Luego le frunció el ceño. Le habría preguntado por qué lo estaba ayudando, pero la respuesta era obvia e innegable. Él era la única forma que tenía de salir y ella lo sabía.
No había emociones en sus acciones. Solo voluntad de servicio.
Como todos.
Pero al menos no se habia aprovechado de su condición para lastimarlo más. Eso, solamente, era una novedad.
Aun más extraño era el hecho de que se había tomado la molestia de cuidarlo. Su ceño fruncido se profundizó al enfocarse en el vendaje alrededor de su mano que estaba anudado en sus nudillos. "Te dije que no podía morir."
"Si, pero tampoco sos una persona que se cura rápido. Tenía que hacer algo. Estabas sangrando por todo el lugar y el olor a la sangre me causaba náuseas."
Seth ignoró el comentario y trató de incorporarse aunque su punto de apoyo estuviera débil. Mareado por la pérdida de sangre se sentía tan débil...
De repente, Lydia estaba a su lado. Ella tomó su brazo y lo puso alrededor de sus hombros y pasó uno de sus brazos por su cintura para mantenerlo erguido. Su cálido aroma le llenó la cabeza, haciendo que su corazón se acelerara. Mejor se sentían las curvas suaves de su cuerpo pegadas al propio. Curvas que le hacían agua la boca y lo ponían tan duro que podía usar su pene como un martillo.
"Vamos hacia la cama antes de que vuelvas a caerte."
Esas palabras trajeron imágenes a su mente de él profundamente dentro de ella, mientras ella se arqueaba contra él. De los labios de Lydia en cada centímetro de su cuerpo hasta que se sintiera borracho de ella.
Oh si, ya podía sentirla ahi.
Cálida. Mojada.
Flexible...
No seas estúpido. No era una invitación, y a ella no le importaba un carajo él.
Pero era lindo tener a alguien aunque simulara que le importaba. Aunque sea un minuto.
Qué patético que soy para que algo tan falso y trivial signifique tanto para mí.
Y él era patético. Deseando a una mujer que preferiría destriparlo a acostarse con él.
No dejes que esto te debilite. Lo pagaría caro si dejara que alguien lo ablandara.
Y eso sería diferente a lo normal, por qué?
Disgustado consigo mismo, se movió para alejarse de ella. "No necesito tu ayuda."
Ella levantó las manos en señal de tregua. "Bien. Sangrá donde quieras."
Seth se arrastró hasta la cama y se sentó antes de volver a desmayarse. Recorrió su cabello con su mano, y se congeló cuando sintió esos malditos rulos que nunca usaba frente a nadie.
Mierda.
Y lo siguió un miedo tan terrible, que le dió más náuseas que sus heridas. Pasó su mano por la barba en su cara. "Me lavaste..."
"Si."
Él se encogió al darse cuenta que ella había visto su verdadero yo. La parte que no quería que nadie viera. "Por qué? Tuvo que contenerse para mantener el veneno fuera de su voz.
"Tenías una herida en la cabeza que se veía grave y un moretón en tu mejilla izquierda. Quería asegurarme que no había huesos rotos."
Y si los hubiera tenido? "Habría importado?"
Ella dejó salir un suspiro cansado antes de contestar. "No, Capitán América, no habría importado. Perdon por haber querido ayudar."
El no respondió al pasar su mano por debajo de su barbilla donde estaba esa repulsiva cicatriz de rayo que estropeaba su piel... todavía podía sentirla perforando su boca y lengua.
Le molestaba que ella supiera cómo se veía. Nada bueno venía de que alguien viera sus verdadero rostro. Especialmente no acá. En Azmodea, siempre era mejor ser temido que deseado. Una lección muy dura que había aprendido en el momento en que NOir lo trajó aquí y le drenó sus poderes, dejándolo sin protección, y como víctima para todos los otros hasta que obtuvo la suficiente fuerza como para defenderse. Era otra de las razones por las que no había forma de entrar a su cuarto excepto la teletransportación.
Nadie lo volvería a victimizar.
Excepto por las dos persona que lo poseían. No había forma de protegerse de la forma particular de brutalidad de Noir y Azura.
El estómago se le contrajo al pensar que se sentía desnudo frente a ella. Eso hizo que su rabia creciera aun más.
"No vuelvas a hacerlo. Nunca más."
Lydia revoleó sus ojos ante ese gruñido, mientras su armadura y maquillaje reaparecieron para cubrirlo. Si te hace sentir mejor, nene....
Un segundo después, los restos de su comida desaparecieron y fueron reemplazados por más comida.
Ella le levantó la ceja. "Estás hambriento?"
Él negó con la cabeza. "Probablemente vos los estés. Cuánto tiempo estuve inconciente?"
"No lo sé. No tenés un reloj," dijo haciendo un gesto hacia la pared, "O ventana para poder darme cuenta de la hora. Diría que es de día, quizás.”
Aun así él no se movió. Solamente se quedó sentado como una gárloga enojada, planeando su venganza en alguna paloma.
Ignorando su mal humor, ella fue hacia la comida, odiando el hecho de que estaba hambrienta. Había estado viviendo de la fruta, pero no habia sido suficiente para satisfacerla. Estaba deseando proteínas de la peor forma."Querés un poco?"
“No.”
“Gusano!”
Lydia saltó ante el terrible grito que hizo eco en las paredes que los rodeaba.
El gesto de Seth se transformó en una máscara asesina.
El odio en su mirada la quemó. Sin una palabra, salió de su habitación y la dejo sola nuevamente.
Seth se manifestó en la oficina de Noir que era tan oscura como el corazón y el humor de Seth. "Me llamó, mi señor?"
"Y bueno ?"
Nunca más quería escuchar esa maldita palabra nuevamente. Y estaba confundido de que Noir la estuviera usando ahora. "No entiendo."
Noir lo abofeteó con tanta fuerza que su cabeza se fue hacia atrás y el cuello hizo un ruido extraño. Por un minuto vio estrellas mientras Noir le agarraba el pelo con la mano para acercarlo a é, y podés gritarle en su oido sangrante. "Entonces te voy a hablar despacio y usar palabras simples para que inclusive un idiota patético como vos pueda seguirme." Noir tiró de su cabello con cada sílaba para puntualizarlas. "Cuál. Es. Tu. Progreso? Tenés mi llave?
Seth apretó los dientes. No había manera de ganar. Si le decía la verdad, le pegaría nuevamente.
Por favor, devolveme los poderes por un segundo, maldito bastardo. Eso era todo lo que necesitaba para hacer que Noir sintiera su furia.
Maldito seas, Padre. Ojalá te vayas directo al infierno! Espero que Sesmu te esté drenando tu sangre en este momento y te ahogue en ella. Más que eso, esperaba que su padre se estuviera asando en los hornos del inframundo.
Pero nada de eso cambiaba el hecho de que era un esclavo. Nada podía cambiar este momento.
O lo que estaban a punto de hacerle.
Y lo que más odiaba, era lo que le forzaban a hacer. Rebajarse. "Estoy haciendo lo mejor que puedo, mi señor."
Noir lo agarró del cuello y lo apretó tan fuerte que la voz apenar le salía. "Mejor que me digas por qué no tenés más noticias que esas."
Seth tosió cuando Noir lo apreto todavía más fuerte. "No-No pude."
"Por qué?"
Aunque sabía lo que le esperaba, Seth miró a Noir a los ojos y le dejó ver el peso de su odio. "Estuve inconciente después de su castigo."
"Eso es lo que te pasa por ser débil, patético perro. Si fueras un hombre podrías haberlo soportado."
Sólo soy débil porque me robaste los poderes...
El le agarró la muñeca a Noir para sacarlo de su garganta.
"Te atrevés a desafiarme, esclavo?"
Seth no contestó con la verdad. Él sabía lo que vendría. Pero quería. Deseperadamente. "Sólo vivo para servirle."
Noir lo abofeteó nuevamente. "Mejor que lo recuerdes."
Cómo podría olvidarse? Lo quemaba por dentro como un horno de fundición.
"Si, mi Señor." Enfocó su vista en la pared para no tener que mirar al bastardo a los ojos y evocar su furia.
Noir le vió otra cachetada. "Estás prestanto atención?"
Le tomó cada parte de la voluntad que poseía no defenderse ante su señor. No lo hagas. No. No vale el costo.
Aun así, quería defenderse con tantas ganas, que podía saborearlo.
"Si, mi señor."
Noir empujó a Seth fuera de su alcance. "Se te está acabando el tiempo, perro. Y mi paciencia también. O me das lo que necesito, o te devuelvo a tu hoyo y dejo que los demonios te tengan por toda la eternidad."
Entonces por qué estás perdiendo mi tiempo haciendome aparecer acá cuando podría estar buscándola? Esa pregunta le quemaba la garganta. Qué pelotudo.
Traducido por Rito de Sangre
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